Así vivimos
Tomás Borrás
Resumen
Este es un atrayente relato de la posguerra en el que se ironiza sobre los sucedáneos y sustitutivos. Se ve una sátira exagerada, pero algunas ocasiones está mezclada con elementos reales que el lector de hoy puede sentir y acaba cobrando un tinte terrorífico sin ser un cuento de terror.
Personajes
El narrador: Es un hombre crítico. Nos dice la historia a la que añade críticas y visualizaciones personales, seguramente lo único auténtico.
El amigo del narrador y su esposa: De todos métodos, no es un amigo, sino un habitual, pero el narrador está en una situación donde debe recurrir a este personaje para encontrar un hosting.
La señorita de Talicual: Es una morocha teñida de rubio.
Señora viuda de Pimpón: Llamativa y recargada de joyas, encantada con el estilo de vida que se transporta ahora mismo con todos los productos sucedáneos.
Señor Sensato: un pelirrojo de Ciudad Real que fuerza las consonantes para parecer extranjero.
Resumen extenso
La más grande parte del relato se ocupa en detallar elementos sucedáneos de otros. Por ejemplo cosas, un diálogo muy atrayente en el que se proporciona un tazón de té, pero enseguida se clara que no esté, sino unas hierbas que saben lo mismo. Alguien pide café, pero la anfitriona proporciona una malta en su lugar, que es una bebida de cebada que se utiliza como sustituto del café. El azúcar que se tienen la oportunidad de ser útil no es azúcar, sino sacarina. La leche tampoco es leche, sino leche de castañas, la mantequilla no es margarina, es médula de coco. Las pastas están llevadas a cabo con harina de garbanzo y la mermelada no es resina clarificada con resina de ciruela. Durante todo el relato asistimos a numerosos elementos recurrentes que fueron sustituidos por otros de menor calidad que intentan prestar el pego. La primera justificación es que, después de la guerra civil, todo es una «mentira».
Nuestro personaje primordial, algo más con pasión que el resto, elige quedar con la señora de Talicual, que se llama de todos métodos Adelaida, aunque le gusta que la conozcan por Fufa, para seducirla. Ella escoge llamarlo «flirt», que es el sucedáneo del coqueteo normal: sin pasión, sin amor, sin nada. Nuestro personaje primordial intenta brindarle un alegato sobre cómo el espíritu fáustico de los hombres anhela hallar una piedra filosofal para todos los elementos, pero no es más que una explicación para bajar la calidad de los productos y consumir cosas llevadas a cabo con una única materia prima: el salmón que se come en el sitio de comidas de Rog, manifiesta, está hecho del mismo plástico que una caja de teléfono.
La rubia oxigenada dice, entonces, que al menos los sucedáneos hacen ver como bienes los elementos reales, a eso que el personaje primordial responde con una invitación para que Fufa pruebe la auténtica comida. La chica ingresa, pero enseguida se muere del asco: esto no es más que un sentimiento oculto de idealismo, dado que al no abarcar la verdad, Fufa puede posibilitarse adornarla con todas las perfecciones construídas por el fantaseo. Una vez prueba la comida real, la frustración es ineludible. El personaje primordial también cae en el desengaño.