Resumen de la película Boy meets girl

La convención formal utilizada en cine para originar, ofrecer concepto y reflejar el sentimiento amoroso siempre fué la misma: se utiliza la cara de los actores y plano-contraplano del efecto producido en su expresión que registra el conjuro. Si además de todo ello los actores que interpretan dicho sentimiento son figuras atrayentes se consigue la sensación de verosimilitud en el espectador. Y si esto no es muy, se utilizan elementos musicales para que nos percatemos terminantemente de esto. Con algunas películas de la Nouvelle Vague (À Bout de Souffle especialmente) se intentó omitir, no la indicada arriba, pero si otras visualizaciones y, si no se consiguió, al menos hubo intentos de soslayar los códigos formales genéricos: planos que anulan el sentido del chato previo, cortes sin continuidad, elipsis absurdas, sonidos descontextualizados. Chico conoce chica participa de todo ello. Y si valoramos al cine como acto de resistencia, Leos Carax nos ofrece con su ópera prima su más singular extenso film. La historia es plana: Alex (Dennis Lavant) se conquista de Mireille (Mireille Perrier), cuando los dos individuos fueron dejados antes por sus respectivas parejas. Pero Alex es secuestrado amorosamente por Mireille antes de que que éste la haya visto ni habitual. Y Leos Carax se resiste, intenta omitir durante riguroso metraje del extenso film que Mireille (su rostro, su figura, su expresión) se haga aparente en Alex y que la visibilidad sea la expresión formal del origen del sentimiento amoroso en Alex. O ir al límite para romper nuestro límite y traspasarlo. O cómo entrar el ojo (cámara) en el corazón para expresar el cariño, sin recurrir a sus inmediatos efectos (actitudes y expresiones ajenas de los rostros). Es la pelea secreta, es el valor íntimo y es la disparidad del film, que en un fulgor de conjuro acontece en su entrada.

La invisibilidad palpita de blancos y negros. Mortecina luz que únicamente dibuja los contornos para prestar forma a la contracción interior del único valor de Alex. Así, el (su) amor. No hay nuevo sendero en los límites. Sólo exhalaciones de los sentidos. Sólo emanaciones de penumbra. El oído de Alex, como una profunda concha marina, sólo siente las voces que succionan llamas internas (fotograma 1). Las otras voces son lacras superficiales. En el confín de un bar, en el confín de una fiesta, como un Marienbad revisitado por Fassbinder, la neutralidad, la parsimonia, la frontalidad de las figuras, decrece el criterio a una conjetura de cuerpos. La disonancia entre ellos permite la alteridad de Alex. Y reafirma al asceta. Nevera vacía, cama, estrecha habitación, puerta y ventana. En su cuarto, en su escondrijo, un velado temblor rezuma de crueldad y beatitud (fotograma 2).

La laceración es el sesgo por el que gravita Mireille. Funambulista del desamor, reza baila unos pasos taconeando encima de una tabla, reza extiende su brazo para prestar corte a su muñeca. Distorsionada la faz al no asumir su decisión de abandono a Mireille, como un rostro exacerbado de Munch o Bacon, su ex pareja se diluye en el recuerdo de ésta hasta transformarse en imagen fantasmal (fotograma 3). Y Alex busca la revelación amorosa en Mireille. En su mapa primordial, escondido como caja fuerte de sentimientos detrás de un cuadro, su inscripción última es como el constructor de una tentativa de asesinato. Ascetismo y crueldad. Y Alex quiere entrenar una única inscripción en Mireille. Pero Alex escoge un mapa invisible. Escoge el sueño de Mireille que la carnalidad de Mireille. Su invisibilidad a su visibilidad. Aislados en una fiesta mortuoria, donde tienen su primer acercamiento aparente, la declaración de amor de Alex a Mireille con fachada de convulso monólogo, frente el hieratismo de ella, pervierte el sueño originario de Alex en su conversión por el contacto tangible. Es el pavor al fracaso que retrotrae a Alex a su amor invisible. Mireille, con la cara iluminado por la mirada de Alex, no participa del impulso amoroso de éste y, mientras el personaje primordial siente un germen de rechazo, su rostro se difumina, pierde los contornos, como si se escondiera en la madriguera de su alma herida (fotograma 4). Antes de consumar el fracaso, el asceta Alex retorna al sueño. Se contrae de la vida externa y vuelve al sueño de Mireille. La desaparición emite en la fuente del amor y Alex se suicida con su querida en dos formas oníricas.

Jordi Torras Pous
© cinema primordial (septiembre 2015)

———————————————-
VER EN FILMIN
———————————————-