Casablanca
Casablanca (1942) * USA
Duración: 102 min.
Música: Max Steiner
Fotografía: Arthur Edeson
Guion: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein, Howard Koch (Obra: Joan Alison y Murray Burnett)
Dirección: Michael Curtiz
Intérpretes: Humphrey Bogart (Rick Blaine), Ingrid Bergman (Ilsa Lund), Paul Henreid (Victor Laszlo), Claude Rains (Capitán Louis Renault), Conrad Veidt (Mayor Heinrich Strasser), Sydney Greenstreet (Señor Ferrari), Peter Lorre (Ugarte), S.K. Sakall (Carl), Madeleine LeBeau (Yvonne), Dooley Wilson (Sam), Joy Page (Annina Brandel), John Qualen (Berger), Leonid Kinskey (Sascha), Curt Bois (Pickpocket).
Diciembre de 1941. Mientras la ocupación nazi se prolonga por Europa, una cantidad enorme de personas tratan de escapar hacia América siguiendo un extenso sendero que partiendo de Marsella iba hasta Orán y desde allí y en tren hasta Casablanca, donde, los más privilegiados podían hallar el visado que les permitiría viajar hasta Lisboa.
Cuando en el camino entre Orán y Casablanca son asesinados dos correos alemanes y desaparecen los salvoconductos que portaban, hay una oleada de detenciones, aunque el corrupto Capitán Renault, al mando de la gendarmería, se reserva la más sustancial, que realizará en el Café Americano de Rick, para esa noche, intentando de agradar al Más grande Strasser, oficial de la Gestapo.
El hombre buscado es Victor Laszlo, un líder checo de la resistencia cuya popularidad ha trascendido por haber conseguido escapar de un campo de concentración nazi.
Richard Blaine, Rick, es el dueño del café, el más habitual de la región, al que todo el planeta acude dada su posición neutral, más allá de que en su ficha policial consta la venta de armas a Etiopía para la pelea contra los italianos y su participación en la guerra civil española con los republicanos, aunque él asegura que lo logró por dinero.
Pero sin importar su novedosa política Rick contribuye a una muchacha pareja, dejando que ganen a la ruleta para evadir que la mujer se acueste con Renault para conseguir el visado.
Esa noche Ugarte, un delincuente de poca monta que se dedica, de la misma manera que nuestro Renault a la venta de visados, acude a Rick pidiéndole que le ayude a ocultar a lo largo de una hora los salvoconductos robados a los alemanes y que piensa vender esa misma noche a Laszlo y su mujer Ilsa, más allá de que no podrá llevarlo a cabo al ser detenido.
Cuando el matrimonio Laszlo acude al café, Ilsa reconoce a Sam, el artista, al que le pide que entone para ella un tema del pasado, “As time goes bye”, a eso que este tras su insistencia ingresa, ocasionando la furia de Rick que le había contraindicado tocarla.
Cuando Rick está con Ilsa rompe numerosas de sus costumbres: por vez primera se sienta en la mesa con un cliente y es él quien invita, recordando que se conocieron en París donde se vieron por última vez el día en que los nazis ocuparon la localidad.
Tras su marcha, Rick le pide a Sam que vuelva a cantar la canción mientras bebe y recuerda los contentos días de París cuando le pidió a ella que se casara con él mientras planeaban su viaje hacia Marsella huyendo de los nazis, más allá de que ella no acudió a la estación mandando una nota de explicación y deseándole buena suerte.
Intentando de explicarle la causa de su sepa, Ilsa acude a conocer a Rick que repudia sus excusas sin querer escucharlas.
Entretanto Laszlo trata de conseguir los salvoconductos acudiendo a Ferrari, jefe del mercado negro de Casablanca, que trata de comprárselos a Rick sin éxito.
Strasser le da la posibilidad de hallar el visado si proporciona los nombres de los amos de la resistencia de los países ocupados, señalándole que jamás conseguirá salir de Casablanca, aunque, tras ver cómo Laszlo une a todos los refugiados, realizando que canten la Marsellesa para acallar a los alemanes que entonan uno de sus himnos, piensa que es bastante arriesgado que esté libre y tiene planeado el modo de terminar con él.
Sereno y arrepentido de su actitud de la noche previo, Rick habla otra vez con Ilsa, intentando de escuchar las causas de su abandono, contándole ella que Victor es su marido y que ya lo era cuando estaban en París.
Desesperada por no poder hallar los salvoconductos, y mientras Victor acude a una reunión de la resistencia, Ilsa va a conocer a Rick y le pide que se los otorgue amenazándolo con una pistola.
No se atreverá a disparar. Admite que aun lo quiere y que no consiguió olvidarlo, aunque le cuenta que cuando se conocieron creía que Laszlo había muerto en el campo de concentración, reapareciendo precisamente el día previo a su marcha.
Llegan entonces al café, Carl, camarero del bar y integrante de la resistencia y Victor tras hallar escapar del asalto de la policía a la reunión a la que acudían. Pero Renault irrumpe en el bar y detiene a Laszlo.
Rick convencerá a Renault para que lo deje en independencia prometiéndole detenerlo por un cargo más importante: por posesión de los salvoconductos que él le entregará. Conseguirá así que Ilsa se quede libre y podrá marcharse con ella a Lisboa.
Antes ultimará los datos de su negocio, que vende a Ferrari a condición de que mantenga a sus empleados.
Cuando Renault trata de parar a Laszlo, de la misma forma que había acordado con Rick, este lo impide amenazándolo con una pistola. Tras ello acudirán todos juntos hasta el campo de aviación, donde Rick convence a Ilsa para que se marche con Laszlo, que la necesitará más que él, puesto que si permanece allí los dos serán detenidos.
Y cuando el avión empieza las operaciones de despegue hace aparición el Más grande Strasser que trata de impedirlo. Rick lo evitará matándolo.
Renault no lo delatará. Ordena que se detenga a los sospechosos comunes, reconociendo que, más allá de su servilismo con los alemanes es un patriota, y pide a Rick que abandone Casablanca por un tiempo, para lo que le facilitará un salvoconducto.
Calificación: 5