Cuento a la vista os trae el dĂa de hoy otro bonito cuento de animales.
Pero esta vez no se trata de un conejo sin orejas, ni de una vaca con ganas de ir al cole. Este cuento tiene como protagonista a ValentĂn, un hipopĂłtamo bailarĂn que viene del circo, mas al que las circunstancias le han llevado hasta un pequeño zoo.
Este cuento nos habla de lo esencial que es contar con buenos amigos para hacernos la vida mĂĄs simple. ÂżQuĂ© habrĂa sido de ValentĂn sin sus amigos del zoo?âŠ
Para descubrirlo, acĂĄ os dejamos este fantĂĄstico cuento infantil
Cuento de «ValentĂn, el hipopĂłtamo bailarĂn»
ValentĂn llegĂł al zoo una tarde en que llovĂa mucho. No venĂa de Ăfrica, como los otros hipopĂłtamos del zoolĂłgico, sino mĂĄs bien del Gran Circo Mundial âLa Ballenaâ, que habĂa debido cerrar por inconvenientes econĂłmicos. Su desapariciĂłn habĂa provocado que todos y cada uno de los animales del circo tuviesen que buscarse otro sitio donde vivir.
A ValentĂn le habĂan mandado a un zoo pequeño que habĂa en una urbe del norte. El sitio parecĂa agradable, peroâŠÂĄera tan diferente al circo! Lo Ășnico que se podĂa hacer todo el dĂa era dormir, comer, rebozarse en el barro y sonreĂr a los visitantes que le hacĂan fotografĂas continuamente.
â ÂżEs que acĂĄ no se hace solamente? â preguntaba frunciendo el ceño, el hipopĂłtamo ValentĂn.
â ÂżTe semeja poco? â respondĂa siempre y en toda circunstancia uno de los perezosos de la jaula de al lado- sonreĂr todo el dĂa a los turistas me semeja agotador ÂĄcon lo bien que se duerme!
Pero a ValentĂn, que venĂa de una legendaria familia de hipopĂłtamos artistas y bailarines de circo, eso de estar todo el dĂa tirado a la bartola le aburrĂa una barbaridadâŠ
â ÂĄSi cuando menos tuviese mĂșsica con la que danzar! â se lamentaba continuamente, mientras que sus pies se movĂan al son de una armonĂa imaginarĂa que solo escuchaba .
Los animales con los que convivĂa observaban con curiosidad a aquel hipopĂłtamo excepcional que suspiraba dĂa a dĂa y aprovechaba los instantes en los que no habĂa visitantes, para danzar un tango, una samba o bien un cha-cha-chĂĄ. De ahĂ que todos le llamaban el hipopĂłtamo bailarĂn.
â Los bailes latinos son divertidosâ explicaba a sus amigos- aunque a mĂ, de siempre y en toda circunstancia, lo que mĂĄs me agrada es la danza tradicional con sus tutĂșs vaporosos y sus zapatillas puntiagudasâŠ
Tanto se lamentaba, y tan triste se le veĂa, que los animales del zoolĂłgico decidieron un dĂa hacerle un regalo. Se juntaron todos sin que ValentĂn, el hipopĂłtamo bailarĂn, se enterase y urdieron un plan para asombrar a su amigo.
â Necesitamos una banda, eso es fundamental â comentĂł la leona.
â Nosotros podemos hacer mĂșsica con nuestras trompas â se ofrecieron los elefantes.
â Y nosotras con nuestros picos â exclamaron las grullas y los flamencos.
â QuizĂĄ podamos tocar el tambor â se ofrecieron los osos.
Uno a uno, todos y cada uno de los animales fueron organizĂĄndose para formar aquella orquesta fantĂĄstica. Ensayaban a la menor ocasiĂłn, si bien lo mĂĄs bastante difĂcil era sostener distanciado a ValentĂn. De esa frĂĄgil misiĂłn se hicieron cargo los chimpancĂ©s, que estaban todo el rato tratando de divertir al hipopĂłtamo.
â ÂĄQuĂ© pesados estĂĄn los monos, recientemente! â se quejaba ValentĂn â se pasan el dĂa detrĂĄs de mĂ.
Y cuando le escuchaban lamentarse, todos y cada uno de los animales se reĂan para sĂ, pensando en la sorpresa que se llevarĂa ValentĂn cuando viese aquella orquesta fantĂĄstica y pudiese danzar con ellos.
Por fin, despuĂ©s de mĂșltiples semanas de ensayos, llegĂł el dĂa escogido. Se trataba del aniversario de la llegada de ValentĂn al zoo. HabĂa pasado un año entero. 12 meses sin funciones, sin coreografĂas, sin aplausos, sin trajes de baile, ni tutĂșs muy elegantes.
â ÂĄEl tutĂș! Se nos habĂa olvidado por completo â exclamĂł contrariado el rinoceronte.- No podemos hacerle danzar sin su tutĂș.
â ÂżMas dĂłnde encontraremos uno? â se preguntaron todos.
â No os preocupĂ©is â exclamĂł uno de los chimpancĂ©s â ÂĄYo lograrĂ© uno! Dadme unas horas.
Y el chimpancĂ© desapareciĂł entre los ĂĄrboles. Fue colgĂĄndose de una rama a otra hasta el momento en que saliĂł a la urbe. Anduvo de ĂĄrbol en ĂĄrbol hasta el momento en que al fin llegĂł a una tienda de disfraces. De de quĂ© forma logrĂł hacerse con un disfraz de bailarina tamaño XL poco mĂĄs se sabe, puesto que jamĂĄs deseĂł desvelar lo que habĂa ocurrido. Lo Ășnico que supieron todos y cada uno de los animales es que apenas un par horas despuĂ©s de haberse marchado, el chimpancĂ© estaba de vuelta con un enorme tutĂș rosa y con sus zapatillas a juego.
â Ya lo tenemos todo âanunciĂł el tigre de Bengala, que era el directivo de la orquesta. â ÂĄQue comience la funciĂłn!
Cuando ValentĂn escuchĂł aquella mĂșsica estrambĂłtica no pudo eludir acercarse a ver que pasaba. ÂĄVaya sorpresa se llevĂł al ver a sus amigos tocando la SinfonĂa nÂș5 de Beethoven! Mas el hipopĂłtamo se quedĂł todavĂa mĂĄs sorprendido cuando uno de los chimpancĂ©s le entregĂł un bulto envuelto en papel amarillo: ÂĄera un tutĂș!
ValentĂn, el hipopĂłtamo bailarĂn, se probĂł aquel tutĂș y bailĂł y bailĂł para sus amigos.
Los animales del zoo lo pasaron tan bien, que desde ese momento, cada primer lunes del mes organizan un enorme concierto donde todos estĂĄn convidados. Asimismo tĂșâŠaunque⊠¿te atreves a bailar con el hipopĂłtamo bailarĂnâŠ?