Don León y Don Ratón

Había una vez un león muy fiero que se paseaba lindo por su territorio. Todos los animales le miraban con respeto y admiración, aunque también con algo de miedo.
Solo a Don Ratón parecía no importarle qué Don León fuera un animal tan poderoso.
– Veréis como no le tengo miedo – ha dicho Don Ratón a sus amigos.
– No tienes valor bastante, Don Ratón – le dijeron ellos.
– Soy lo bastante intrépido como para divertirse con la cola del león – ha dicho Don Ratón.
– No eres intrépido, eres estúpido – le dijeron los demás ratones-. Si te coge te devorará.
– No me cogerá ya lo veréis – ha dicho Don Ratón.

Y así, utilizando que don León se se encontraba echando la siesta, Don Ratón decidió jugar con su cola.
– Jajaja – se rió Don Ratón-. ¿Veis como sí puedo jugar con la cola del león?
– Eso es trampa está dormido – dijeron los demás.
Don Ratón, frente la mirada incrédula de los demás, siguió jugando con la cola de león. y observando que este no se movía, decidió saltar encima de su cuerpo hasta llegar a la melena.

– ¡Mirad, mirad qué intrépido soy! – decía Don Ratón.
Pero justo en ese instante el león se despertó y, dando un fuerte rugido, le echó la zarpa al ratón y lo atrapó.
– Por favor, por favor no me comas – ha dicho Don Ratón.
-Debería comerte por imprudente – ha dicho Don León.
– Por favor, por favor no me comas – repitió Don Ratón.
– No me agradan los ratones. Así que te dejaré libre si prometes no volverme a fastidiar – ha dicho Don León.
– Lo prometo – ha dicho Don Ratón.

Cuando lo soltó todos los ratones comenzaron a reírse de Don Ratón. Don Ratón, avergonzado, se busca un agujero para él solo y allí se quedó.
Un día Don Ratón escuchó a Don León rugir atormentado pidiendo asistencia. Don Ratón sacó la cabeza de su agujero para ver qué pasaba. Entonces descubrió a Don León colgado de un árbol, atrapada en una red.
Don Ratón salió de su agujero y fue corriendo a buscar asistencia. Se lo debía por haberle perdonado la vida. Pero nadie se atrevía a ir hasta allí.

– Son cazadores. Nos atraparan – decían-. Además, si se lo llevan nos dejará relajados.
Ni siquiera los ratones quisieron contribuir a Don León. Pero Don Ratón se encontraba decidido a contribuir a Don León. Así que fue corriendo hasta el árbol, trepó por el tronco y llegó hasta la rama de la que se encontraba colgada la red qué mantenía preso a Don León. Y empezó a roer la cuerda con sus largos y finos dientes.
– No te esfuerces pequeño ratón, no acabarás a tiempo – ha dicho Don León-. Próximamente llegarán los cazadores.
Pero Don Ratón siguió royendo la cuerda, sin llevar a cabo caso a Don León. Y así, después de muchas horas de esfuerzo, la cuerda quedó debilitada y nuestro peso del león acabó rompiéndola.
– Salta sobre mi lomo, pequeño ratón nos vamos de aquí – ha dicho Don León.
Con las escasas fuerzas que le quedaban Don Ratón se dejó caer sobre el león. Este suceso a correr justo a tiempo.
– ¡Rápido, el león se escapa! – gritaron los cazadores. Pero ya era bastante tarde.
Desde ese día, Don León y Don Ratón fueron indivisibles.

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