En la vivienda de los señores Fernández hay un cuarto, dentro de ese cuarto un armario y dentro de ese armario una multitud de cosas para limpiar. Sí, sí, hablamos del cuarto de la limpieza. En ese enorme armario azul hay una escoba, un recogedor, hay estropajos, hay botes de productos para la limpieza, hay trapos, hay un cubo, una fregona y varias cosas más.
Es un armario tan particular que sus elementos tienen vida. Pero no digas nada, pero tienes que entender que cuando su dueño o dueña los llama van a trabajar por la vivienda. Todos los domingos van a llevar a cabo su actividad de la limpieza cuando les organizan las tareas los señores. Pero un día algo cambió por lo cual sucedió a primera hora de la mañana.
– Buahhh, buahhhh, lo siento chicos. No puedo más -dijo la fregona.
– ¿Qué te pasa? -dijo asustado el limpiacristales.
– Me siento discriminada, estoy muy cansada en el final nosotros trabajáis un día por semana pero yo siempre que pasa algo, me sacan a trabajar. Si cae algo de aceite al suelo, la fregona, si mancha el niño algo en la habitación llaman a la fregona, si se humedece el suelo con el agua de la ducha, la fregona.
– Menuda tontería -gritó la escoba- ¡Qué ibas a ser tú sin mí! No puedes llevar a cabo nada sin haber recogido yo antes.
– Claro, claro y ¿sin mí? -dijo el recogedor-. No podríais llevar a cabo nada ninguno.
– Bueno, ¿para qué nos sirve enfadarnos así? Se van a fastidiar los señores.
– Buah, buahhh -seguía llorando la fregona-. Haced lo que querías, yo hoy no voy a trabajar.
Hubo un revuelo en el armario, algunos elementos se escondieron, otros salieron a llevar a cabo su trabajo. Cuando el señor Fernández recorrió la vivienda se percató de que las cosas no estaban como en otras ocasiones. Hablo con la señora Fernández y los dos se pusieron enfrente del armario.
Nada más abrir la fregona pegó un gritito y los señores le dijeron:
– ¿Qué pasa hoy fregona?
No le dio tiempo a responder, se armó un enorme revuelo y todos querían responder a los señores, unos para ofrecer explicaciones, otros para disculparse y otros para exhibir su enfado por los que no limpiaron.
Cuando el señor Fernández se cansó les ha dicho solo unas palabras:
– Chicos y chicas, en el final les pasó lo que nos pasa frecuentemente a los humanos. Qué dejamos de lado que como mejor estamos trabajando y convivimos es cuando estamos trabajando en grupo y entendemos ver el trabajo de los demás. Entiendo que no todos tenéis las mismas funcionalidades y que tu fregona, puedes estar cansada. Nosotros agradecemos bastante tu trabajo y quisiera que tus compañeros en lugar de atacarte entiendan lo que dices. No pasa nada, cuando estamos trabajando en grupo es positivo que nos comuniquemos y si hoy necesitas reposar no pasa nada.
Parece que todos los utensilios del armario se han quedado oyendo y parecían más relajados.
– ¿Os puedo soliciar que les deis un abrazo? -dijo la Señora Fernández
Y todos los integrantes del armario azul eligieron tranquilizarse y volver a ser lo que habían sido siempre un conjunto. Se brindaron un fuerte choque entre todos y se propusieron el próximo domingo limpiar juntos mejor que jamás.