Markus Tarkus era un popular cazador de alienígenas que recorría el universo atrapando toda clase de seres para llevarlos a la Tierra. Lo que pasaba con ellos allí no le importaba nada.
Y así, de a poco, el CEHU, Centro para el Estudio de los Pobladores del Universo, se iba llenando de alienígenas que proceden de diferentes planetas. Y la mayoría habían sido llevados allí por Markus Tarkus, el cazador de alienígenas más eficaz de todo el planeta Tierra.
Un día Markus Tarkus llegó a un planeta en el que solamente había tierra estable, ya que la mayoría era agua. Markus Tarkus aterrizó en una pequeña isla no bastante más grande que su nave y, sin bajarse de ella, exploró el ámbito. Fue entonces cuando las vio: eran como una clase de ballenas mutantes muy enormes. Pero lo que verdaderamente sorprendió a Markus Tarkus es que todas tenían un espejo y en él se miraban frecuentemente.
Markus Tarkus activó el sistema de captación de sonido. Parecía que las ballenas hablaban, y quería entender qué decían.
-Esto es increíble -dijo Markus Tarkus-. Las ballenas no hablan entre ellas. Unicamente se dicen cosas a sí mismas.
Activando el super traductor interestelar, Markus Tarkus ha podido comprender lo que esos seres se decían: “Eres lo más bonito del mundo”, decía una. “No hay nadie como tú”, decía otra. “Eres una joya inigualable”, decía otra.
Sin pensárselo dos ocasiones, Markus Tarkus activó el sistema que llenaba el tanque de agua de la nave. Cuando estuvo lleno fue a cazar a una de las ballenas mutantes. Fue verdaderamente simple, porque mientras se miraban en el espejo y se adulaban a sí mismas no prestaban atención a nada más.
Entre el peso del tanque lleno de agua y la ballena mutante la nave de Markus Tarkus se encontraba al límite de su aptitud, así el piloto fue directo a la Tierra.
Markus Tarkus no veía el instante de dejarla en la Tierra. Porque no paró de comentar a lo largo de todo el camino. Y todo el tiempo se decía lo mismo: que si era extraordinaria, que si era lo destacado de la galaxia, que si nada podía compararse a su hermosura y a su excelencia, y cosa así.
Cuando los científicos del CEHU, Centro para el Estudio de los Pobladores del Universo, vieron aquello, han quedado sorprendidos. Pero próximamente se hartaron de ella, porque no paraba de decirse cosas todo el día.
El resto de alienígenas tampoco estaban nada contentos, así no paraban de protestar. Cada uno en su lenguajes, mientras los super traductores funcionaban al máximo por consiguiente alboroto.
Markus Tarkus no tuvo más remedio que llevarse a la ballena mutante. Y a todos los demás. Porque en relación se percataron de que molestando podrían volver a casa, no pararon de ofrecer la lata hasta que Markus Tarkus los devolvió a sus propios mundos.
Ahora Markus Tarkus recorre el universo con otra misión: entrevistar a los pobladores de otros planetas y agarrar información que logre ser útil en el planeta Tierra.
A donde no volvió fue al planeta de las ballena mutantes. Ya que poco se puede estudiar de quien se pasa el día mirándose y maravillándose de su propia vida, sin ver la excelencia que hay en todo lo demás.