El gatito encuentra su lugar

Había una vez una familia de granjeros que vivía en una extensa granja sacada de pequeños riachuelos. Un día, la hija del matrimonio empezó a decir que quería un gato. Los padres siempre le daban todo lo que pedía para no escucharla patalear y gritar así que en esa ocasión hicieron lo mismo.

El gallo no parecía estar contento con la llegada del gato a la granja. La realidad es que era muy mandón y no controlaba sólo el corral, sino también al resto de animales de la granja. Por alguna razón desconocida, el altivo gallo odiaba al asno y a la vaca y les había obligado a fuerza de desplantes y menosprecios a mudarse fuera del granero.
El día del cumpleaños de la niña los granjeros le llevaron un pequeño gato de color miel. A lo largo de un largo tiempo vivió dentro de la vivienda de los granjeros, pero al crecer quiso examinar el planeta y todos los entresijos de la granja. Al gato le encantaba afilar sus uñas en los troncos de los árboles y durante la noche reposar calentito en la cama de su dueña. Un día la niña se puso enferma y el médico mencionó que era alergia primaveral. El doctor insistió en que el gatito no durmiera con ella. De esta forma, el felino se trasladó al granero en el transcurso de un tiempo.

Aunque le dio pena separarse de la niña, al gato no le importó por todas sus ganas de comprender mundo y de comprender otros animales. Al llegar al gallinero se encontró con el gallo en primera fila, con gesto de pocos amigos. El gato intentó ser amable pero notó que los animales del granero, dominados por el gallo, no le dirigían la palabra ni le dejaban comer.
Pronto se sumergió en la tristeza y la desesperación. En el final decidió ir donde vivían los otros animales rechazados, la vaca lechera y el asno. De a poco se fueron realizando muy amigos porque nadie criticaba las ideas de los otros. El asno, con sus enormes orejas, siempre dispuesto a escuchar y a ofrecer sabios consejos. La vaca, siempre lista para que el gatito disfrutase de algo de leche recién ordeñada.

Cuando niña se recuperó de su alergia, volvió a por el gato al granero y al no verlo se asustó. En el final lo encontró con sus nuevos amigos y lo vio tan contento que decidió dejarlo allí e proceder a visitarlo todos los días.

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