Resumen de la película Duelo en la alta sierra

Cuando Steve Judd (Joel McCrea) se expone en el banco del pequeño poblado minero para hacerse cargo de la misión de realizar llegar el oro extraído en la cima de las montañas, el administrador le expresa sin reparos su sorpresa frente la imagen de un hombre avejentado, que únicamente puede leer la letra de su contrato: “Debo mencionarle que esperaba a un hombre muy más joven”; a eso que Judd responde, lacónico: “Bueno, fui joven. Todos lo fuimos” (fotograma 1).

Primero de los westerns crepusculares del director (término un poco manido pero que en Peckinpah cobra pleno sentido, por cuanto se erige como la base de su aproximación al género a lo largo de toda su filmografía), Desafío en la Alta Sierra es principalmente destacable, dentro de la obra de Peckinpah, por su concepción formal clásica que la aleja de proyectos posteriores exactamente influenciadas por los spaghetti westerns de Sergio Leone. Lejos de los elementos que muy próximamente incorporaría a sus películas (entre ellos, un desacomplejado uso del zoom y de la cámara lenta, así como una inclinación al subrayado en oportunidades un poco desafortunada),  Desafío en la Alta Sierra otorga una cadencia pausada, extrañamente serena, para narrar esta historia de amistad entre dos viejos pistoleros en el ocaso de sus vidas.

Desde el mismo arranque de la película, la mirada de Peckinpah es inequívocamente cómplice con los dos protagonistas: lo es en la secuencia de la llegada de Judd al pequeño poblado minero (cuando es prácticamente arrollado por un reluciente automóvil – fotograma 2) y en la posterior presentación de Gil Westrum (Randolph Scott), ataviado cual Buffalo Bill adelante de un destartalado puesto de feria. Y se mantendrá en este tono a lo largo de toda la película: Judd encerrándose en el cuarto de baño para leer secretamente su contrato con el acompañamiento de unas gafas; refrescándose los pies en un arroyo frente la atónita mirada del joven Heck (Ron Starr) (“dentro de treinta años te gustará esta sensación”); o recriminándole al mismo Heck que tire un envoltorio de papel al suelo (en una actitud de sensibilidad ecológica cuando menos asombroso para una película del género); Westrum quejándose de su reuma al poco tiempo de cabalgar hacia el campamento minero… Por no denominar la escena donde observamos a los dos viejos pistoleros en ropa interior (!), cuando se disponen a pasar la noche en la granja de Joshua Knudsen (R.G. Armstrong) (fotograma 3).

Otro de los puntos que hacen de Desafío en la Alta Sierra un western peculiar es el desarrollo de la indispensable de sus subtramas (la historia de la Elsa Knudsen – Mariette Hartley – que se une a la expedición huyendo de su intransigente padre con la promesa de contraer matrimonio con Billy Hammond – James Drury -, un joven minero que está en el campamento al que estan premeditados los protagonistas): el conflicto que tantas oportunidades hemos visto en el género entre blancos e indios (un grupo de vaqueros tienen que socorrer a una muchacha blanca cautiva de los indios), se muestra aquí entre los propios blancos, y el campamento indio es substituido por el campamento minero, del cual tendrán que huír los individuos primordiales después de socorrer a la joven Elsa de las garras del salvaje Billy Hammond.

Justamente es en las secuencias en el campamento minero en donde reconocemos el germen del Peckinpah de tono más explícitamente violento que caracterizará parte considerable de su posterior filmografía. Esto es aparente, más que nada, en la magnífica secuencia de la boda de Elsa con Billy Hammond (celebrada en la cantina del campamento, con las prostitutas como improvisadas damas de compañía y la madame como madrina de boda), que muy próximamente se transforma para la joven en una terrorífica ceremonia donde, tras sufrir el acoso de que los hermanos del novio, será víctima de un intento de violación por parte del propio Billy (fotograma 4) que sólo la llegada de Steve y Heck podrá omitir en el último momento (Peckinpah filma la secuencia remarcando el ámbito malsano de la ceremonia, pero sin caer en ningún momento en los excesos formales que mostrará en siguientes películas).

Tras el salve de Elsa, la película señala la huida del grupo del campamento minero (después de que Gil Westrum intimide en secreto al juez de paz para que niegue la validez del matrimonio recién celebrado), momento en el cual los dos individuos primordiales reflexionan acerca los resultados positivos de un accionar honrado (Westrum intenta durante todo el sendero incitar a Judd para que éste opte repartir con el grupo el oro que debería llevar al banco): “¿Sabes lo que transporta un pobre encima cuando muere? Los ropajes del orgullo, y eso abriga tan poco como cuando estaba vivo”, le espeta Westrum a su compañero observando que no es con la aptitud de convencerle para remover el oro que llevan.

Estamos sin duda frente la parte más atrayente de la película, la que pone en escena los episodios de traición, fidelidad, renuncia y sacrificio que se detallan sucesivamente en la etapa final de esta historia de amistad entre los dos viejos pistoleros. Una amistad que se pondrá a prueba con la traición de Westrum (en su fallido intento de huír con Heck con el oro), y que se afianzará al final en la inolvidable escena del desafío final de la pareja personaje primordial contra los hermanos Hammond. Desafío a campo abierto que Peckinpah filma con mano maestra (de nuevo llevando a cabo gala de una austeridad y dominio de la escenificación ejemplares) y que finalizará con el alucinante diálogo final entre Judd, herido de muerte, y Westrum:

Judd: “No quiero que vean esto, Continuaré solo”
Westrum: “No te impacientes por nada. Yo haré el trabajo. Como si tú lo hubieras hecho”
Judd: “Lo sé, siempre supe que lo harías. Solo lo olvidaste por un momento”
Westrum: “Te veo luego”

Westrum se aleja, mientras Judd se desvanece lentamente en el suelo (fotograma 5).

David Vericat
© cinema primordial (enero 2014)