Resumen de la película El bailarín y el trabajador

 

 

El bailarín y el trabajador

 

España (1936)

Duración: 90 min.

Música: Francisco Alonso

Fotografía: Henri Barreyre

Guion: Luis Marquina (Obra: Jacinto Benavente)

Dirección: Luis Marquina

Intérpretes: Roberto Rey (Carlos Montero), Ana María Custodio (Luisa Romagosa), Antoñita Colomé (Pilar), José Isbert (Don Carmelo Romagosa), Irene Caba Alba (Doña Rita), Antonio Riquelme (Patricio), Enrique Guitart (Pepe), Mariano Ozores (Don Pablo).

La sirena marca el instante de entrada de los obreros en la fábrica de galletas Romagosa, que se integran a sus puestos para ofrecer salida al producto.

Muy distinta es el ámbito del Royal Club, un salón de baile donde al ritmo de una orquesta la multitud adinerada cena y baila lejos de toda preocupación.

Y entre ese grupo gente recalca una de pareja de jóvenes, Carlos y Luisa, hablando numerosas mujeres que nadie baila como Carlos, retirándose todas las demás parejas de la pista para verles bailar el vals.

Otro de los ayudantes, amigo de Carlos dice que si este tuviera dinero sería el hombre especial, y que en este momento está después de los intereses del padre de Luisa, tras lo que el hombre hace apología de la ociosidad contemplativa que practican, detallando que también los obreros son necesarios, ya que estos, frente ellos se enorgullecen de su trabajo despreciándolos y rinden más.

Otra mujer dice no obstante al notar cómo se miran y bailan que es provocador, aunque el resto de la multitud les aplaude cuando acaban, excepto Don Carmelo Romagosa, padre de Luisa y dueño de la fábrica de galletas que sale al acercamiento de Carlos para pedirle que deje a su hija, ya que no transporta años fabricando galletas para que se las coma otro.

Pero Luisa le afirma que están enamorados, preguntándole su padre de qué vivirán si se casa con él, un señorito vago y dispuesto a llevarse lo que él creó, frente lo que Luisa le pide que lo ponga a prueba dándole un trabajo en la fábrica.

Don Carmelo permite y Luisa se lo cuenta a Carlos mientras toman el sol en la playa, asegurándole él que permite y que será el más destacable trabajador de la fábrica de su padre, pidiéndole ella que trabaje, pero que no deje de bailar, ya que lo realiza estupendamente.

Después, frente sus amigos Carlos asegura que está orgulloso de comenzar a trabajar, diciéndole ellos que está loco y que no será con la capacidad de aguantar, ya que es muy duro.

Deja tras ello a Luisa y a sus amigos en la playa mientras él parte en tren cantando sobre las bondades del trabajo.

Pero no comienza con buen pie, ya que llega ya unos días más tarde de lo que debía, demorando Don Pablo, el solicitado de personal algún tiempo en recibirlo, puesto que está regañando a Pilar una de las trabajadoras exactamente por haber llegado tarde, diciéndole que la fábrica es como un engranaje en el que cada trabajador es como una ruedecita carente de personalidad individual.

Don Pablo después, tras recibirlo y ofrecerle el mismo alegato que a Pilar y recomendarle responsabilidad le transporta hasta la sección de empaquetado, donde solo trabajan, bajo la supervisión de la seria Doña Rita, mujeres, ya que es un trabajo muy especial, y donde él comenzará a trabajar como solicitado de la sección de salidas.

Las amigas de Luisa le preguntan entretanto si él se avendrá al cambio de vida y si lo hará ella, ya que si él trabaja no podrán salir más que los domingos un rato.

Doña Rita le enseña su trabajo, observando libros gigantes que no le gusta bastante leer, nos sabiendo qué llevar a cabo con los vales de entrada.

Pilar lo reconoce realizando que corra inmediatamente el rumor de que ganó un certamen de vals en Viena, no consiguiendo él centrarse en nada entre tanta mujer.

Y ellas suponen que quizá logre enseñarles a bailar el vals en sus momentos libres, acercándose Pilar a él para hacerle una pregunta si es él quien ganó el certamen de vals, lo que él les asegura contando que su especialidad son las vueltas, yendo todas a comentar con él descuidando su trabajo, mientras él saca a Pilar para explicarle cómo baila y el truco de sus vueltas, cediendo nuestra Doña Rita a sus encantos y dejando que las distraiga 5 minutos, realizando que las chicas bailen entre ellas a su ritmo.

Don Carmelo llega a la fábrica y habla con Don Pablo, quejándose de que Carlos llegase ya tarde a sus tareas, decidiendo ir a conocer cómo trabaja el señorito, encontrando a todas las mujeres bailando, lo que le escandaliza, ofreciéndose nuestro Carlos a excusarlas intentando de hacerle ver a Don Carmelo que los obreros rinden más si les brinda distracción puesto que el obrero tiene más grande cultura.

Don Carmelo le dice que tiene razón y que debe hacer reformas, comenzando estas por cambiarle a él de sección, ya que donde le colocó seguía en su ámbito.

Le muestra tras ello a Patricio, el jefe de máquinas al que le dice que Carlos tendrá que trabajar a sus órdenes como todos obrero, tras lo que le pide a Don Pablo que tenga mano dura con él para hallar llevar a cabo de él un trabajador.

Patricio le manda a limpiar los motores con petróleo más allá de que fue a trabajar con traje y más allá de entender que acabará manchándose, debiendo empezar a mejorar las máquinas mientras sus amigos y su novia se entretienen en Biarritz en la playa.

Cuando suena la sirena, llegada la hora de proceder a comer, comprueba que solo tienen una hora para llevarlo a cabo y no como los administrativos, que tienen dos, debiendo además aceptar que Patricio comparta su comida con él, puesto que él, que esperaba que hubiera allí algún lugar de comidas, no llevó nada.

Pero de a poco se hace al trabajo, y transporta su comida e invita a Patricio, comprándose un mono igual al de este, hablando este, que ya tiene seguridad con él que todos comentaban que iba a por los millones de su suegro, comprendiendo este que lo pensaran.

Pero Don Carmelo está contento con él, y en su despacho habla con Luisa, a la que le dice que no le ha avisado de su llegada, porque quería que le viera haciendo un trabajo, logrando verlo de hecho con su mono y lleno de grasa, diciendo ella que es otro, haciéndole ver él que eso es lo que ella quería, aunque Luisa se ve dubitativa.

Y aunque está contento de ver a Luisa tras dos meses, repudia la invitación para cenar con ellos esa noche, ya que debe asistir a los ensayos con Patricio, puesto que es el único día que tienen los hornos libres para hacerlos.

En su casa Luisa añora al otro Carlos vividor y se lo piensa lindo como antes, viéndose otra vez bailando con él, aunque unas risas, las del propio Carlos, pero vestido con mono, la sacan de la ensoñación realizando que llore, tirando su fotografía.

A la mañana siguiente, día de su cumpleaños, Luisa llama a la fábrica, aunque no consigue comentar con Carlos que está en los hornos, recibiendo tras ello un ramo de flores, que comprueba le envió su amigo Pepe.

Tampoco llega próximamente a la fiesta de cumpleaños de su novia por culpa del trabajo, viéndole sus amigas sola y sin su novio del que comunican que se volvió poco entretenido.

Sí llega próximamente Pepe, que le pregunta si está feliz, respondiendo ella que sí, aunque su cara no lo revela, hablando Pepe frente sus amigos que el Carlos bailarín gustaba, pero no sabe si ocurrirá lo mismo con el trabajador.

Luisa protesta frente su padre, que explicación a Carlos diciendo que tuvieron una tarde horrible, asegurándole que está encantado con Carlos que es un caso de muestra para todos, ya que es el que más goza y el que más trabaja, habiéndolo convertido en una clase de gerente, habiendo demostrado ser muy habilidoso, inclusive en mecánica, contándole que inclusive ha inventado una galleta particular con baño de mermelada con la que quiere sorprenderla, habiéndoles puesto el nombre de galletas Celestial, yendo en ellas solo las letras “CL”, de Carlos y Luisa.

Pero esta protesta de tener que pasar los días sola cuando él llega por último, y aunque le distribución las galletas, que dicen representan su novedosa vida como trabajador, ella se niega a probarlas diciendo que ya merendó, quejándose de que haya cambiado tanto, preguntándole él si no era eso lo que quería.

Y cuando hace aparición Pepe pidiéndole que baile con él ella permite al no querer Carlos llevarlo a cabo.

Carlos regresa a conocer a sus amigos tras un largo tiempo y estos le felicitan, aunque él está triste, diciéndole Don Carmelo que ella se dará cuenta algún día, aunque Carlos dice que por el momento no puede cambiar.

En la fábrica Don Carmelo se topa con Pilar y se fija en su hermosura.

Patricio y Carlos hablan, reconociendo que antes de conocerse se despreciaban mutuamente, uno por ver en el otro señorito y al reves, aunque en este momento Carlos asegura que de las cosas de la vida saben más los trabajadores que ellos, no debiendo despreciarse unos a otros, ya que cada uno tiene unos valores.

En su casa, Luisa le dice a su padre que quiere ir al Royal Club esa noche, lo que no place a Don Carmelo, que señala que no le agrada ese sitio donde les cobran los cubiertos a 50 pesetas, aunque Luisa asegura que quiere ofrecerle una lección a Carlos y demostrarle que vale algo más que una caja de galletas.

Don Carmelo tiene entonces la iniciativa de cambiar el asunto y que sea Carlos quien le dé una lección a ella y le dice que irán al Royal Club esa misma noche.

Don Carmelo hace llamar a Pilar y poco después a Carlos.

Pepe y Luisa acuden esa tarde a la fábrica para agarrar a Don Carmelo para ir al Royal Club.

Carlos acude a la reunión a la que le convocó Don Carmelo, encontrando allí a Luisa y a Pepe, alabándolo Don Carmelo y dando por seguro que si sigue así lo nombrará director, ordenándole tras ello que haga esa misma tarde un montón de tareas, aunque le manda como ayudante para hacerlas a Pilar, que vestida lujosamente, deberá llevar a cabo el trabajo de asesora.

Antes de marcharse Luisa le dice a su padre que abusa de Carlos y le pide que avise a Don Pablo para que hagan el trabajo entre los tres, ya que vió a Pilar muy coqueta, diciéndole Don Carmelo a su hija que no creerá que Carlos haya cambiado tanto como para enamorarse de una trabajadora.

En su despacho Carlos trata de dictarle una carta a Pilar, aunque al notar las piernas de esta, que adopta cada vez posiciones más sexys no consigue centrarse.

Llega entonces Patricio, decidiendo Carlos marcharse con él, diciendo Pilar que si lo le creará un inconveniente, ya que Don Carmelo pretendía que fuesen juntos esa noche al Royal Club, comprendiendo él lo planeado por su jefe y decidiendo ir al Royal Club, aunque acompañados por Patricio, ya que quiere jugar su última carta.

Mientras se cambian y se arreglan para esa salida, Carlos lamenta que ella no acepte que él reniegue del hombre que fue.

Cuando llegan al Royal Club, suena la música y las parejas bailan, haciéndolo Carlos con Pilar mientras Patricio, incómodo vestido de etiqueta explota para comer bien.

Llega poco después Don Carmelo con su hija y con Pepe, observando Luisa a Carlos, por lo cual le pide a Pepe que la saque, aunque cuando lo hacen acaba la canción.

Carlos se dirige a saludar a Don Carmelo diciendo que terminó la labor aunque ella le echa en cara que no desee salir de noche arguyendo el tener que levantarse temprano.

Carlos regresa enfadado con sus amigos, por lo cual Patricio le ofrece marcharse, aunque Pilar tiene ganas de entretenerse, proponiéndole Patricio que baile con él, pidiéndole Carlos a un camarero que pida que toquen su vals.

Luisa, enojada, escoge marcharse más allá de las manifestaciones de su padre, oyendo mientras esperan sus abrigos el comienzo de su vals, por lo cual regresa sobre sus pasos, aunque al llegar a la salón no ve a Carlos, con el que se cruzó cuando él salía a buscarla.

Y mientras Luisa mira hacia la pista sin verlo, Carlos llega por detrás y la coge, proponiéndole bailar con un gesto, aunque ella le dice que no, ya que tienen que levantarse temprano, yéndose juntos.

Calificación: 2