Resumen de la película El desvío

20.000 dólares costó esta obra maestra, una película de culto que consigue que todas sus adversidades y limitaciones se conviertan en virtud. Englobada en la Serie B por su poco presupuesto, Detour no oculta su humildad de medios con escenarios pequeños, múltiples ocasiones en coches, uso de transparencias y actores poco populares, pero tampoco una aptitud visual y determinación en lo que cuenta que la acaban convirtiendo en una obra clave del género. Edgar G. Ulmer, discípulo de Murnau, el colosal maestro del expresionismo alemán, no disimula sus influencias y suple su falta de medios con una fuerza visual fundamentada en una fotografía brillantísima de contrastes muy marcados; de problemas, sombras, juegos de luces y toda la estética expresionista tan relacionada al género negro. En poco más de una hora, tenemos todos los elementos del noir: mujer mortal, estética expresionista, voz en off, fatalidad del destino… y todo con un ritmo relajado pero recurrente, ejecutado por Ulmer de forma magistral.

Detour empieza con la llegada a un bar de Al Roberts (Tom Neal), un hombre en fachada torturado por algo, tenso, irascible y al cual perturba una melodía que escucha, lo cual le transporta a acordarse la historia que le llevó a ese lugar y a esa situación (fotograma 1). Para empezar el flashback el recurso usado es un cambio de luces, expresionista al máximo, sin ocultar su artificiosidad. Así vamos conociendo la historia y a un personaje que es bastante pasivo, pesimista, falto de iniciativa, influenciable, gris… El personaje primordial dice añorar esa época antes de introducirnos en el flashback, pero acorde conocemos su crónica las ocasiones no parecen corresponderse con las vivencias que él tenía en ese momento; esto resulta ambiguo ya que puede deberse a una reinterpretación del personaje de la realidad, o simplemente esa añoranza sea producto de ver cómo ha empeorado su situación desde ese instante. Ya que todo esté contado desde el método del personaje primordial, al final de cuenta, dota a la crónica de una ambigüedad extraordinaria, no llegando a comprender jamás si lo que se nos dice es verdadero o inventado.

Posteriormente la voz en off elogia su trabajo, que comparte con su novia Sue (Claudia Drake), llegando a detallar su situación como “trabajar en el cielo”, pero cuando toman la palabra los individuos su espíritu no es el mismo: Sue le dice que no se amargue y él confiesa que no tiene promesa de algo mejor (“salgamos de esta jaula”, le espeta el personaje primordial a su novia al huír del local). Frente la noticia de que Sue se va a Hollywood, Roberts se siente decepcionado y se pierde en la niebla en un chato bastante metafórico, alimentando esa estética onírica, como si fuera ensoñada (fotograma 2).

Vemos una conversación telefónica entre Sue, ya instalada en Hollywood, y Roberts, todavía en Nueva York. En ella sólo observamos comentar a Roberts y únicamente se nos introduce un chato de Sue al otro lado del teléfono, pero en el que no dice nada. Tras esto, Roberts se pone en marcha para seguir a Hollywood llevando a cabo autostop. Es recogido por un dicharachero conductor (Edmund MacDonald) que dice ser corredor de apuestas, el cual le habla de una chica que le arañó en la mano cuando la recogió llevando a cabo también autostop y a la que más adelante bajó del coche al no aceptar sus proposiciones. Después de comer, Roberts conduce un rato pero se ve obligado a parar cuando empieza a llover para poner la capota al coche. Al llevarlo a cabo, se brinda cuenta de que su acompañante no está dormido sino muerto. Enseñando que no tiene otra salida, Roberts se hace pasar por el conductor y la sensación de extrañeza y ambigüedad va creciendo por momentos: otra vez, no entendemos qué pasó, si la desaparición fue natural, como nos dice Roberts, o fué un homicidio.

En el sendero, Roberts acaba recogiendo a la autoestopista que su acompañante había rechazado. Vera (Ann Savage) es lo opuesto a él: dominante, decidida, combativa, la femme fatale de la película. Vera se duerme en el coche, y ahí tenemos un chato realmente alucinante, por su minimalismo y simplicidad, en esos ojos que se abren de la chica para comprender por último que Roberts no es quien dice ser (fotograma 3). Este hecho provoca que Roberts se vea sometido a un chantaje del que jamás se ve poder salir. Ambos  planean liberarse del coche y encontrar un dinero para después irse cada uno por su lado, pero todo se ve designado a que eso no ocurra. Vera se insinúa varias oportunidades a Roberts y éste la repudia, los elementos eróticos de la novela se removieron.

Una novedad en el periódico y la contrariedad para liberarse del coche vuelven a evadir que la pareja se separe. La noticia no es otra que al estar el padre del conductor Haskell a punto de fallecer, se está tratando hallar a su hijo, lo cual podría dudar gigantes beneficio para la pareja si Roberts continua haciéndose pasar por él. Roberts se niega y esta disparidad de pareceres desemboca en la desaparición accidental de Vera (en una de las superiores secuencias de la película) cuando, al intentar cortar el cable del teléfono con el que ésta quiere llamar para hallar la herencia, Roberts la estrangula sin querer. El apartamento en el que se alojan es diminuto, opresivo y subraya esa sensación de pesadilla, de ensoñación, de irrealidad, que se acentúa aún más con los sucesivos enfoques y desenfoques de varios elementos de la habitación en el travelling que observamos posterior a la desaparición de Vera (cuyo cadáver nos es exhibido a través de un espejo – fotograma 4).

En la conclusión, una vez más, siempre quedará la ambigüedad de si todo lo que se nos ha contado es verdadero, producto de un autoengaño o simplemente un engaño consciente por parte del personaje primordial. Es increíble que la voz en of dialogue de un futuro hipotético que observamos ocurrir en ese mismo momento, en el magnífico chato final de la película (fotograma 5). Así tenemos dos opciones: o un caso de fatalidad del destino que se ceba con el pobre Roberts, o una invención del personaje primordial para no asumir sus culpas, que tienen la oportunidad de ir desde la desaparición de la multitud que observamos en la película hasta la de su propia novia…

Es muy viable que David Lynch se inspirase en esta cinta para su espléndida Carretera perdida (en la situacion de Lynch se ve claro que su opción es la de que todo es inventado por parte del protagonista). Los paralelismos son claros: los individuos primordiales son músicos (en la de Lynch es saxofonista, en ésta pianista, aunque también hay una mención a un saxo que toca un canto fúnebre); a los dos les atormenta una melodía; hay dos mujeres, una rubia y otra morocha (si bien en la de Lynch son la misma actriz); el personaje primordial se desdobla, en la de Lynch realmente, en ésta haciéndose pasar por otro; planos como el de Roberts perdiéndose en la niebla al inicio recuerdan al de Bill Pullman perdiéndose en la oscuridad de su casa; la consideración de la carretera en ámbas, así como puntos recurrentes de la trama como chantajes, muertes accidentales en apariencia…

En escencial, una road movie pesadillesca, turbadora, ambigua, ensoñada, para un clásico del cine negro, tan poco habitual como indiscutible.

Mr. Sambo
© cinema primordial (agosto 2016)
(Reseña original en cinemelodic.blogspot.com.es)

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Puntuación de Mr. Sambo: 9

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