Resumen del libro «Electra»

Electra

Pertence a uno de los proyectos más populares de Sofocles. En Resumenes de Libros Online vamos a llevar a cabo un comprendio terminado con análisis, reseña y individuos primordiales del libro.

Personajes principales

  • Agamenón: Rey de Micenas, padre de Ifigenia, Orestes, Crisótemis y Electra. Es ejecutado por su mujer Clitemnestra, quien tiene el acompañamiento de Egisto.
  • Electra: Personaje indispensable, desde cuya visión es narrada esta catástrofe griega. Es hija de Agamenón y Clitemnestra, así como hermana de Crisótemis, Ifigenia y de Orestes, de quien es hermana más grande. Su móvil más poderoso es poder la venganza por la desaparición de su padre. En este sentido, quiere fervientemente vengarse de su madre.
  • Orestes: Es otro de los individuos primordiales de esta catástrofe, y quien llevará a cabo la venganza de su padre, en oposición a su madre Clitemnestra.
  • Crisótemis: Aun cuando también es descendiente de Agamenón y Clitemnestra, y hermano de Ifigenia, Orestes y Electra, de todos métodos constituye un personaje secundario. No obstante, es descrito como un joven sensato, quien no está entretenido como sus hermanos en vengar la desaparición de su padre, hecho que lo ejecuta ser reconocido algunas ocasiones como un sujeto cobarde.
  • Clitemnestra: Mujer de Agamenón, madre de Ifigenia, Crisótemis, Orestes y Electa, quien es descrita como un ser rencoroso y con gigantes ambiciones de poder, causas que la llevan a seguir el consejo de Egisto, matando a su marido Agamenón y desencadenando la catástrofe de su familia y el advenimiento de su destino, en manos de su hijo Orestes.
  • Egisto: Otro de los individuos secundarios es Egisto, el cual se considera como un personaje secundario, sin importar ser el personaje que está de alentar y apoyar a Clitemnestra en la idea de cobrar venganza contra Agamenón, asesinándolo. A este personaje lo desplaza el ansia de poder y la corrupción.

Resumen completo

Después que Agamenón, rey de Argos, había regresado a casa después de la guerra de Troya, su mujer, Clitemnestra con su con pasión, Egisto, lo asesinaron a sangre fría durante la celebración de su victorioso retorno. Más adelante los cómplices del delito se casaron, y Egisto se convirtió en rey. Conociendo las pretenciones del nuevo monarca de eliminar algún ocasión de venganza más adelante, un familiar cercano envió a Orestes, hijo menor de Agamenón, a Fócida; en tanto que su hermana más grande, Electra, fue obligada a casarse con un viejo campesino (quien jamás tuvo contacto carnal con ella), para omitir la posibilidad de que se casara con un guerrero lo muy fuerte como para vengar la desaparición del padre de ella, o para omitir que tuviera prole «noble».

Varios años después siendo ya un adulto, Orestes regresó disfrazado con su mejor amigo, Pílades, a buscar a su hermana que vivía con su marido en una granja. Estando cerca la escucharon cantar una lamentación por el azaroso destino de ella, por el destierro de su hermano y por la desaparición de su padre. Un mensajero interrumpió su lamento anunciando que un festival se llevaría a cabo en honor de la diosa Hera y que todas las doncellas argives estaban invitadas a asistir. Electra respondió que prefería seguir estando en la granja lejos de los ojos lastimeros de la multitud de Argos. El mensajero le recomendó rendir honor a los dioses y clamar su asistencia.

Percatándose de la presencia de los dos recién llegados, Electra pensó (al no reconocerlos) que eran amigos de su hermano y les contó la crónica de su mal, remarcando su vehemente deseo de que Orestes vengase la desaparición de Agamenón y el castigo que él y ella habían recibido. Entretanto, Egisto había brindado una recompensa por la desaparición de Orestes ya que temía su retorno.

Habiendo hecho venir al adulto más grande que había llevado lejos de Argos a Orestes, éste fue popular por una cicatriz en la frente; por consiguiente, hermano y hermana fueron dados a abarcar el uno al otro, y instantaneamente pasaron a planear la concreción de su venganza. Siguiendo consejo del sabio adulto más grande, Orestes decidió ayudar a una fiesta de sacrificio sobre la cual Egisto presidiría; en tanto que Electra envió a su marido a comunicarle a Clitemnestra la falsa novedad que había dado a luz a un bebé, sabiendo que era la única forma de hacerla venir instantaneamente. Los dos hermanos invocaron la asistencia de los dioses en su compañía para vengar la desaparición de su amado padre y continuaron a la acción.

Orestes y Pílades fueron saludados por Egisto cuando pasaban a un lado del jardín. Ellos le dijeron que eran de Tesalia y estaban en sendero a realizar un sacrificio a Zeus. Egisto, por su lado, les informó de que se disponía a realizar un sacrificio a las ninfas y les invitó a quedarse un rato, a eso que ellos gustosamente accedieron. Durante el sacrificio de un ternero, Orestes clavó un cuchillo en la espalda a Egisto, mientras éste examinaba las entrañas del animal. Enseguida Orestes condujo el cadáver de su víctima a la vivienda de Electra, donde lo ocultó.

Orestes tuvo inquietudes sobre el plan de asesinar a su madre cuando la observó aproximándose a la choza, ya que creía que el matricidio provocaría la furia de los dioses contra él; pero su hermana lo persuadió a continuar con lo premeditado haciéndole acordarse que un oráculo le había dicho que debía remover a Egisto y Clitemnestra, y el joven se ocultó para no ser visto por su madre.

Clitemnestra se defendió frente Electra enseñando que Agamenón había sacrificado a Ifigenia, su hija pequeña, en ofrenda a los dioses, al inicio de la expedición de Troya, y que había vuelto a Argos con Casandra, princesa troyana, como su concubina. La reina entró en la cabaña para realizar un sacrificio para el supuesto recién nacido; pero adentro, fue asesinada por Orestes, quien después del hecho gimió acongojado por aquella crueldad, por el derramamiento de sangre y por el matricidio en el que los dioses le habían implicado.

Los Dioscuros, Cástor y Pólux, hijos gemelos de Zeus y hermanos de la semi divina Clitemnestra, se anunciaron al hermano y hermana, que estaban perturbados con una mezcla de sentimientos de amor y odio, orgullo y vergüenza por lo cual habían hecho. Los dioses gemelos cuestionaron la sabiduría de Apolo, cuyo oráculo había aconsejado aquella acción violenta, y decretaron que Orestes debía sugerir Electra en matrimonio a Pílades, en tanto que él debía andar errante por el planeta siendo buscado por las Furias hasta batallar un juicio en Atenas, en el cual sería absuelto.

Análisis de la obra

La temática de la catástrofe Electra de Sófocles es, poco más o menos, la misma que la de Las coéforas de Esquilo: la venganza de Orestes sobre su madre Clitemnestra y sobre Egisto, asesinos de su padre.
Algunas hábiles producciones, típicas de Sófocles, dan diversidad al interés dramático, en especial el contraste entre las hermanas Electra y Crisótemis, de una heroica y desesperada intención de venganza frente a una resignada aceptación de la realidad.

Sófocles comienza a relatar la crónica de Electra cuando Orestes ya está en Argos, listo para hacer la venganza. Pero es Electra quien se halla en el centro de la catástrofe, aunque sea acertado a Orestes hacer el acto; Electra con su humillada y atormentada vida con los asesinos de su padre; Electra con su expectativa de venganza, única razón de su vida; Electra que, frente la noticia de la desaparición de Orestes, elige cumplir por sí sola la acción gloriosa; Electra más impla­cable aún que Orestes en el momento definitivo, en que grita al hermano que vuelva a sugerir el golpe mortal.

En tal forma, el matricidio, que en Esquilo era un imperativo teológico y ético en trágico contraste con la ley natural, se torna aquí quizá más hábilmente animado precisamente en la figura de Electra y movido a la esfera de la intención humana, donde Sófocles pone precisamente el acento; pero resulta, exactamente por ello, una mo­tivación inhumana y hasta injustificada, en la sin corazón deter­minación de Electra.

La desaparición del padre está ya lejana, y la situacion de Electra es más bien, diríamos, un caso personal entre ella y su madre. Alguna alusión, como la de el reconocimiento que con­seguirá frente los ciudadanos al cumplir su venganza, la muestra relacionada a un heroísmo común y obligación con una exaltación que se queda más bien en pura expresión verbal.

Apolo le ordena a Orestes vengar la desaparición de su padre asesinando a su madre y a Egisto, quienes, a su vez, han matado a Agamenón para vengar ofensas que sus familiares han padecido por deber de este rey. La venganza es ley divina pero ni semejante imposición ni el haber sufrido ser distanciado desde pequeño del lugar de vida por las intrigas de la madre impi­den que, cuando está por llevar a cabo su deber, Orestes sienta du­das construídas por el cariño filial: Pilades, ¿qué haré? ¿Huiré con horror de matar a mi madre?

Pílades recuerda a su amigo el mandato de Apolo y Ores­tes cumple con lo impuesto por los dioses. En relación lo ejecuta, empiezan a acosarlo, para castigarlo por ese delito de sangre familiar, las Erinias, diosas vengadoras que persiguen a quienes atentan contra su propia familia.

El mismo espíritu de Clitemnestra las incita a ello. Apolo afirma a Orestes, que no por ello deja de sufrir la disparidad que hace la persecución de las Erinias. La Orestíada exhibe a los dioses entonces enfren­tándose, desautorizándose, amenazándose, porque tienen diver­sos criterios de Justicia. La diosa Atenea arbitra el inconveniente. Or­ganiza un tribunal con los particulares ciudadanos y ellos votan si se ha de castigar a Orestes. El joven es absuelto.

Las Erinias, las «antiguas diosas», enfurecen: Ellas intimidan con asolar el suelo de Atenas, pero Ate­nea les afirma santuarios y honores altísimos. Las diosas admiten el ofrecimiento y Atenea dice:
Ciudadanos de Atenas, que vais a considerar por primera ocasión en cau­sa de sangre, mirad ahora mismo la institución que yo fundo. En ade­lante subsistirá por siempre en el pueblo de Egeo este senado de jueces. (…) Oíd mi consejo, ciudadanos que habéis de ver por la república: no rindáis culto a la anarquía ni al despotismo …

Para conseguir cubrir cabalmente la historia planteada, es requisito abarcar los antecedentes de la crónica de esta familia en conflicto por generaciones.