“Creo que el cuerpo humano es la base indispensable de la presencia. Para mí, todo parte de ahí: la filosofía, la religión. Todo empieza del cuerpo y de la mortalidad del hombre. Es recurrente que mis películas se hayan apoyado en esto. Es el tema de la presencia humana como hecho físico y como fenómeno”
David Cronenberg
Elliot y Beverly Mantle (Jeremy Irons) son dos célebres ginecólogos gemelos que distribuyen consulta, vivienda y aventuras sentimentales. Elliot es el hermano extrovertido y seguro de sí mismo, en tanto que Beverly tiene una personalidad muy más sensible e introvertida. Con este punto de arranque, Cronenberg elabora con Indivisibles una personalísima e inquietante revisión de la historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde donde el tema de la doble personalidad actúa a través del vínculo psicológico que une a los dos hermanos. De hecho, la característica de la idea es precisamente su desarrollo inverso al mito creado por Robert Louis Stevenson: en tanto que en la historia original el personaje conseguía llevar a cabo un alter ego que le permitía transgredir las normas morales de la sociedad de la época, en Indivisibles los dos individuos primordiales están anormalmente separados en dos cuerpos que distribuyen un mismo “sistema nervioso” (tal como sugiere Beverly en un momento de la película) que se diría cercenado de forma que cada hermano manifiesta una personalidad opuesta y carente de matices (lo que hace la recíproca dependencia mental de los dos personajes). Elliot y Beverly son así un mismo sujeto fatalmente separado en dos cuerpos, la imagen original y su reflejo en el espejo, inversamente idénticas, de esta manera que nos enseña Cronenberg (mediante un fácil pero eficaz recurso de puesta en escena) situando a Elliot siempre a la izquierda del encuadre (mirando hacia la derecha) y a Beverly siempre a la derecha (mirando hacia la izquierda) (fotograma 1).
Este frágil equilibrio sobre el que basan su historia los dos individuos primordiales se verá dramáticamente alterado con la irrupción en sus vidas de la condescendiente Claire Niveau (Geneviève Bujold), una célebre actriz de televisión que acude a su consulta para tratarse de su infertilidad y que será víctima del particular método de los dos hermanos para burlar la separación corporal a la que están condenados: la inversión de sus propios papeles. Una inversión que Cronenberg plasma exactamente alterando a su vez la ubicación espacial de los personajes: cuando Elliot se hace pasar por Beverly, le observaremos siempre a la derecha del encuadre (el espacio natural del hermano), y al reves.
Esto se puede ver, por ejemplo cosas, en la primera ocasión donde Elliot suplanta a Bev para investigar por sí mismo la malformación del útero de Claire (momento en que el personaje pasa por primera ocasión a la derecha del chato – fotograma 2) o, en la situacion inverso, durante el primer contacto sexual de Beverly con Claire (después de que Elliot ya se haya acostado con ella haciéndose pasar por su hermano), con el introvertido personaje ocupando la sección izquierda del chato para tener sexo ferozmente con Claire (fotograma 3) (“No te impacientes, no tendrás problemas. Finge ser yo”, le había sugerido Elliot a su hermano justo antes de que éste partiera hacia el apartamento de Claire).
Este juego de suplantación de identidades de los dos hermanos se resquebraja después de que Beverly caiga enamorado de Claire y se niegue a seguir compartiéndola con su hermano, y se viene al final abajo cuando Claire se brinda cuenta de la manipulación de la que fué víctima. Situación que brinda paso a la primera y única escena que reúne a los tres individuos (justo a media película), a requerimiento de la humillada Claire, y donde Cronenberg ilustrará la transmutación del papel de los dos hermanos de la forma más consecuente con el desarrollo de escenificación antes descrito: si la escena en el sitio de comidas empieza con Elliot a la izquierda y Beverly a la derecha del encuadre (el espacio natural de cada personaje), en el desenlace de la misma las posiciones se intercambian y el introvertido Beverly pasa a ocupar ya al final el sitio de su hermano.
A partir de ese momento, el confiado Elliot deja de vigilar la situación, incapaz de controlar la personalidad de un Beverly cada vez más distanciado de su predominación y trastornado por una adicción a las drogas compartida con Claire. Pero el vínculo psicológico entre los dos hermanos es muy fuerte, de esta manera que observamos en la alucinante secuencia de la pesadilla de Beverly, donde hace aparición físicamente unido a su hermano Elliot por un vínculo que Claire trata de romper a mordiscos (fotograma 4).
Este atormentado intento de alejamiento de Beverly es percibido como una auténtica amenaza de parte de Elliot, convertido ahora mismo en el hermano relacionado (“la investigación de mi hermano es la base de mi carrera. Le necesito” le confiesa a su con pasión Danuta – Barbara Gordon) hasta el punto de intentar reincorporarlo a su trabajo en la clínica, más allá de su trastornado estado mental. Pero todo es en vano: Beverly es ya un ser completamente enajenado al que no le importa ser asombrado por el plantel de la clínica en pleno chute y que llevará su paranoia hasta el extremista de intentar operar con los estrambóticos prototipos clínicos que los dos hermanos diseñaran durante su juventud.
“¿Por qué no continúas con tu propia vida?”, le pregunta Beverly a un Elliot cada vez más vulnerable en un momento de la película, a eso que este le responde recordándole la crónica de los primeros gemelos siameses, Chang y Eng: tras fallecer Chang de una embolia durante la noche, Eng se murió de miedo al despertar por la mañana junto al cadáver de su hermano.
Una historia premonitoria del trágico destino de los dos hermanos, que se gaste en el macabro ritual de separación que transporta a cabo Beverly en el cuerpo de Elliot y que acabará paradójicamente con la hermosa imagen de los dos hermanos fundiéndose en el final en un solo cuerpo, con Beverly dejándose fallecer sobre el regazo del cuerpo muerto de su hermano (fotograma 5).