Resumen de la película Julieta

 

 

Julieta

 

España (2015) *

Duración: 95 min.

Música: Alberto Iglesias

Fotografía: Jean-Claude Larrieu

Guion: Pedro Almodóvar (Relatos: Alice Munro)

Dirección: Pedro Almodóvar

Intérpretes: Emma Suárez (Julieta Arcos), Adriana Ugarte (Julieta joven), Daniel Grao (Xoan Feijoó), Inma Cuesta (Ava), Darío Grandinetti (Lorenzo Gentile), Michelle Jenner (Beatriz), Rossy de Palma (Marian), Priscilla Angosto (Antía niña), Pilar Castro (Claudia), Nathalie Poza (Juana), Susi Sánchez (Sara), Joaquín Notario (Samuel), Blanca Parés (Antía adolescente), Mariam Bachir (Sanaa), Sara Jiménez (Beatriz niña).

Julieta acaba de almacenar sus cosas en una caja, sacando un sobre de un cajón que tira a la papelera.

Llega entonces Lorenzo, al que le dice que se siente indecisa sobre los libros a llevar, diciéndole él que lleve solo los necesarios, y si requiere algún otro lo puede soliciar por Internet, diciendo ella que no le agrada adquirir libros que ya tiene, recordándole él que se van a Portugal y no al desierto, por lo cual podrá volver cuando lo quiera a Madrid, diciendo ella que elige no tener que volver a Madrid.

Sale a llevar a cabo las últimas compras y de repente se topa con Bea, a la que abraza emocionada, contándole esta que vio a Antia en el Lago Como y que le mencionó que había bajado a la localidad a adquirir cosas para sus tres hijos, dos chicos y una chica.

Bea vive entre Milán y Nueva York ya que es editora de complementos de Vogue y fue al Lago Como por trabajo y está de paso por Madrid, contándole que ella no posee hijos y no está casada, observando Julieta cómo mira a una de sus acompañantes vestida como un hombre. Le cuenta que su madre murió tres años antes y que tiene prisa, ya que quedó con su hermano para comer.

Para terminar le cuenta que la encontró a Antía muy delgada, pero atractiva.

De regreso a su casa rescata de la papelera el sobre que tiró antes, no realizando caso al teléfono que suena insistentemente, más allá de tratarse de Lorenzo.

Este se muestra al día siguiente en su casa y le dice que la estuvo llamando la noche previo y no le contestó, diciendo ella que necesitaba estar sola.

Le pregunta él si acabó ya con las maletas y las cajas, respondiendo ella que lo ha deshecho todo, ya que decidió quedarse en Madrid, pidiéndole a Lorenzo que no le lleve a cabo cuestiones, no logrando creerse él que le diga eso después de haberlo estado pensando y planeando un año y habiendo afirmado solo el día previo estar preparada para no regresar a Madrid, comportándose como una loca.

Ella le dice que se dió cuenta de que se se encontraba engañando a sí misma y que no quiere irse de Madrid y elige estar sola.

Él le dice que siempre sospechó que había algo sustancial en su historia que no compartía con él y sobre lo que jamás quiso comentar y que él siempre respetó, pidiéndole ella que siga haciéndolo.

Se aproxima tras ello a su vieja casa y le pregunta al conserje si llegó algún correo para ella a lo largo de esos años, diciéndole que termina de regresar a Madrid y le gustaría volver a rentar su vieja casa, que le dice está ocupada, aunque hay otro piso que está libre, aunque sucio y sin colorear, lo que a ella no le importa, decidiendo quedárselo.

Una vez instalada en su vieja calle y en el mismo edificio saca del sobre que rescató de la papelera una fotografía rota que trata de recomponer comenzando tras ello a escribir un períodico con apariencia de carta a Antía, empezando por escribir lo que le contó Bea, de que debe vivir en algún pueblo suizo cercano al Lago Como y que sigue suponiendo que ella vive en Madrid.

Paseando por su vecindario se sienta en un banco frente a un parque donde unos tipos juegan a baloncesto, sin entender que paralelamente es observada por Lorenzo.

Empieza su epístola a Antía contándole todo aquello que no quiso mencionarle antes porque era una niña, porque era lamentable o por pudor, empezando por ahora en que conoció a Xoan, su padre, que fue, como le había contado, en un tren.

En este momento le cuenta todos los datos, de aquello, que sucedió cuando tenía 25 años y era una noche desapacible y con bastante viento.

Le cuenta que un hombre se sentó frente a ella en su departamento e intentó establecer conversación con ella hasta que se percató de que ella no tenía ganas de comentar.

Molesta frente la presencia del hombre decidió escapar del departamento e ir al vagón lugar de comidas, donde se encontraba un hombre, Xoan.

No ha podido evadir fijarse nada más llegar al vagón, en un ciervo que se encontraba tras la ventana corriendo junto al tren en la mitad de la nieve, invitándola entonces Xoan a tomar algo.

Enseguida le contó que se encontraba casado y que su mujer, Ana, se encontraba desde hacía cinco años en coma, contándole Julieta que ella era profesora de filología clásica y que se encontraba haciendo un trabajo sustituyendo a una profesora enferma.

Xoan le contó que era pescador y tenía tres gamelas e iba a adquirir un motor en Madrid para una de ellas, habiendo vivido siempre en la vivienda que compró su abuelo en Galicia tras regresar de Cuba.

Cuando llegan a la siguiente estación Xoan le invita a bajar, aunque ella manifiesta no estar bien abrigada y se queda arriba, continuando la lectura de su libro cuando el tren reanuda la marcha, hasta frenar bruscamente, realizando que todos los usuarios salgan asustados, hablando que debieron chocar contra algo, que aventuran ha podido ser el ciervo que numerosos de ellos vieron previamente, algo que el revisor niega.

Julieta vuelve a su departamento observando que no está ya el hombre que se sentó con ella y que una mujer le dice lo vio bajar antes sin abrigo cuando pararon, tras lo que abre la bolsa de su compañero de departamento que mira está vacía, por lo cual muy preocupada baja del tren observando a numerosos hombres, entre los que está Xoan, cargando con una camilla cubierta por un plástico, preguntándole a Xoan si lo que llevan es un ciervo o un hombre, pidiéndole Xoan sin dejarle ver que suba al tren.

Cuando reanudan la marcha, Julieta le cuenta que se sintió molesta del modo en cómo aquel hombre la miraba, intentando Xoan de calmarla haciéndole ver que el hombre lo tenía todo premeditado y por eso llevaba vacía su bolsa para no llamar la atención.

Esa noche se acuestan juntos en el mismo departamento, aunque ninguno de los dos consigue dormirse y terminan realizando el cariño.

Mientras pasea otra vez por su obsoleto vecindario, Julieta recuerda sus clases, comentando a sus estudiantes de Ulises y de la hermosa ninfa Calipso que le ofrecía la vida eterna, más allá de lo cual él decidió regresar al mar y al sendero de la aventura.

Terminada la clase va a comentar con la directora del centro que le comunica de que la profesora a la que sustituía va a incorporarse, por lo cual deberá dejar su puesto, aunque le dice que están muy contentos con su trabajo de los últimos 6 meses, entregándole además antes de marcharse una carta que llegó para ella.

Esta, enviada por Xoan allí, por ser la única dirección que sabía de ella, es para mencionarle que no consiguió olvidar la noche que pasaron juntos en el tren, indicándole que Ana está peor y que le gustaría verla mostrarse entre la lluvia intentando encontrar un espacio donde guarecerse, y que este fuese su casa.

Sin nada que llevar a cabo, se anima a coger de nuevo el tren y se muestra en el hogar de Xoan, aunque quien le abre es Marian, la mujer del servicio que le dice que llega tarde, ya que el entierro fue el día previo.

Cuando le enseña que no fue por el fallecimiento de Ana, Marian le dice que no piensa que Xoan vuelva esa noche, ya que está con Ava, una mujer que hace esculturas de cerámica, dándole a comprender que se acuesta con ella para no sentirse solamente.

La invita tras ello a coger el autobús de las 8 para regresar a Madrid, e invitándola a proceder a su casa, aunque ella elige aguardar en el hogar de Xoan, ya que está cansada, y aunque la deja allí le sugiere que no se quede dormida, ya que puede perder el autobús.

Pero más allá de las observaciones se queda dormida, encontrándola así Xoan cuando llega, cogiéndola en brazos y llevándola hasta la cama, donde vuelven a llevar a cabo el cariño.

A la mañana siguiente ella se levanta antes y prepara el desayuno y aunque le dice que piensa que debe marcharse, él la convence para que se quede, saliendo en su barca a pescar y volviendo a llevar a cabo el cariño en su barca.

Ella, sin trabajo y sin prisa, pensaba quedarse solo unos días, pero lo iba aplazando.

Conoce también a Ava y sus figuras de bronce recubiertas por una cubierta de terracota, visitándola comunmente dado que le gustaba verla trabajar y a Ava le gustaba que mientras lo hacía ella le contara historias mitológicas, confesándole un día que está embarazada, y que, de hecho ya venía embarazada de Madrid, aunque no se lo contó aun a Xoan.

A los pocos meses de que naciera Antía la llevaron a que la conocieran sus abuelos, volviendo ámbas unos cuantos años más tarde, instante en que el abuelo Samuel, que había sido maestro en el pueblo se había prejubilado ya para hacerse labrador, habiendo vendido su casa para comprarse otra en el campo.

A su llegada le espera su padre con una muchacha extranjera, Sanaa, que, le cuenta, se encarga de su madre y le echa una mano con la tierra, dando por seguro que no echa de menos la escuela, ya que entre su madre y la tierra se le pasa el tiempo volando, observando Julieta las miradas cómplices que se lanzan entre ellos.

Cuando llegan a la vivienda mira que su padre dejó clausurada la puerta con llave, observando cuando entra a verla que no se ve acordarse de ella ni de Antía, más allá de lo cual Julieta escoge reposar con su madre, en la cama de al costado, donde comunmente duerme Sanaa.

Pero esa noche mientras duerme nota cómo su madre la acaricia tras reconocerla, preguntándole qué hace allí, mostrándole a su nieta.

Por la mañana y desde la ventana mira a su padre en la huerta ayudado por Sanaa, observando cómo se besan.

Más allá de todo su padre le dice que están todo lo bien que tienen la posibilidad de estar y que allí tienen condición de vida más óptima, dando por seguro que siempre hay alguien con su madre, señalando ella que su madre requiere algo más, diciéndole su padre que debe ser más generosa, ya que ella está lejos y no sabe cómo es el día a día.

Cuando vuelven son recibidas con enorme cariño por Xoan y por Marian, que está loca con Antía, observando cómo a lo largo de su sepa Xoan se ha tatuado en el brazo un corazón con la A de Antia y la J de Julieta.

En su períodico le recuerda a Antía que a los 9 años salía con su padre en el barco y deseaba ser pescadora, tanto que al llegar las vacaciones insistía en quedarse y salir con su padre a pescar mostrándose muy reacia a proceder a un campamento al que la enviaron.

Marian se despide de ella finalmente, ya que va a dejar ya su trabajo para proteger a su marido, observando entonces Julieta que transporta la sudadera de Xoan, diciendo ella que la transporta porque se la regaló él tiempo atrás.

Le pregunta a ella si es verdad que va a ofrecer clases en un colegio, asegurándole que si lo realiza cometerá una equivocación, ya que su profesión es su familia, y que para mantenerla unida debe ocuparse a ella y que si se va pasará lo habitual, aunque no le aclara lo que quiere mencionarle.

Cuando llega Xoan Julieta le dice que espera a la novedosa sirvienta que espera sea más discreta que Marian, contándole que cuando llegó le mencionó que no se esperara porque pasaba la noche con Ava y al marcharse le insinuó lo mismo, comprendiendo que cuando 10 años antes fue con Antía a conocer a sus padres él volvió a acostarse con Ava, algo que él no niega.

Llega entonces Inés, la novedosa empleada, a la que emplaza para el día siguiente, ya que no quiere que la vea en ese estado, aduciendo que la vivienda está ya limpia.

Continúan la conversación tras ello, alegando Xoan que conoce a Ava desde los 15 años y jamás estuvieron liados más allá de que se acostaban ocasionalmente, y aunque pensó en decírselo frecuentemente no supo cómo llevarlo a cabo, aunque le afirma que ella y Antía son lo más sustancial de su historia.

Julieta elige no decir nada y sale a pasear y a reflexionar, hablando Xoan que él que saldrá a pescar.

Asombrada por una fortísima tormenta, Julieta vuelve a su casa en un taxi.

Tras cambiarse mira el mar embravecido desde el ventanal antes de elaborar la cena, oyendo cómo en las novedades piden a todas las embarcaciones que regresen a puerto debido al temporal.

Julieta espera a Xoan preocupada y trata de perfeccionarse observando televisión, sin conseguirlo, por lo cual llama a Ava para hacerle una pregunta si está con ella, aunque esta le responde que no, contándole que está muy preocupada por la tormenta.

En televisión dan novedad del naufragio de una gamela cerca de la ría de Ferrol cuyo ocupante no fué localizado, temiéndose por su historia.

A la mañana siguiente la llevan hasta una nave donde la espera el juez de guardia con un cadáver, que le advierte, no está íntegro, gracias a la crueldad del temporal, pidiéndole que lo reconozca, haciéndolo fácilmente por su corazón tatuado.

Unos días más tarde acude con Ava a publicar las cenizas al mar, recibiendo nada más llegar a su casa una llamada de Antía desde el campamento.

Le dice que irá a recogerla al día siguiente a primera hora con Ava, diciéndole entonces Antía que no es necesario, ya que se hizo muy amiga de otra niña, Bea y su madre fué a buscarla un día antes y la han invitado a ir con ellas a Madrid.

Se pone de hecho Claudia, la madre de Bea, que termina convenciéndola.

Pocos días después será nuestra Julieta quien viaje a Madrid, siendo recibida por Claudia, que le advierte que Antía está enojada porque piensa que fué a buscarle antes de lo que suponía y que llamó a Xoan, pero este no se lo cogió.

Cuando sale Antía a recibirla protesta de que su padre pasa de ella, ya que no le coge el teléfono, debiendo contarle que murió gracias a la tormenta.

La niña llora desconsolada y abraza a su madre y después a Bea, que escuchó todo tras la puerta, preguntándole a su madre por qué salió a pescar si había tormenta, diciéndole que la tormenta estalló por la tarde y él salió por la mañana.

Claudia le dice entonces que va a viajar a la Patagonia con su marido y Bea no quiere ir con ellos porque elige estar con Antía, por lo cual le da a Julieta la oportunidad de quedarse en su casa a lo largo de ese tiempo, ya que piensa que será bueno para Antía y para ella estar en Madrid, diciéndole que puede usar inclusive su ropa.

Con escasa intención deja que sea su hija la que decida, quedándose de hecho en Madrid, saliendo con ámbas muchachas por la localidad, observando cómo las dos juegan al baloncesto en la misma cancha donde en este momento mira a otros tipos.

Pero en esos instantes ella parecía ajena a todo y era incapaz de elegir nada, lo que le transporta a aceptar la decisión de estas de ir a conocer un piso que se alquilaba muy cerca del de Bea y de alquilarlo.

Mientras Antía se encontraba fuerte y había madurado, ella se sentía sin fuerzas ni ganas.

Fue de hecho Antía quien volvió a Redes para cerrar la vivienda familiar y ponerla a la venta con el apoyo de Ava mientras Bea se encargaba de cuidarla, asegurando no haber sobrevivido sin ellas.

A su vuelta solamente hablaron del viaje, pero Antía continuó cuidándola, ya que ella carecía de fuerzas inclusive para bañarse sola.

De a poco empezó a volver como estaba y pintó la vivienda, empapelada hasta el momento por unos colores que le resultaban muy agobiantes, reconociendo que superó la depresión por medio de su asistencia, consiguiendo un trabajo de correctora de pruebas de imprenta que podía hacer en el hogar.

4 años más tarde, cuando Bea salió a USA ella salió a llevar a cabo un retiro espiritual en los Pirineos, un retiro que duraría tres meses y del que volvería para ingresar en la facultad.

Julieta afrontaba con horror la separación, pero no podía negárselo y además era ya más grande de edad, quedándose cuando se marchó viendo la puerta por la que salió.

Finalizado el tiempo de retiro ella se presentó en los Pirineos para recogerla.

Allí fue recibida por Juana, que le invita a tomar un té, contándole ella que la incomunicación a lo largo de ese tiempo se le hizo muy dura mientras espera que salga su hija, diciéndole entonces Juana que Antía no está porque decidió irse antes de que va a llegar y no puede mencionarle dónde está porque Antía le pidió que no se lo dijera ya que eligió su sendero y que ella no pertenece a él.

Julieta tiene una reacción mal diciendo que va a llamar a la policía y preguntando qué le hicieron a su hija, respondiéndole Juana que la ayudaron, ya que llegó en un estado de extrema necesidad, señalando ella que jamás le faltó nada.

Juana le dice que se sentía sola y muy desgraciada y echaba de menos una dimensión espiritual en su historia y allí encontró la fe, pidiendo Julieta que se lo diga ella misma.

Juana le dice que su hija es en este momento muy feliz y debe reflexionar en ello y ofrecerle tiempo.

Julieta denunció de hecho su desaparición y contrató un detective privado y dedicó numerosos meses a buscarla, dándose cuenta de lo poco que sabía de ella.

El día del 19 cumpleaños de Antía se sentó ella sola frente a una tarta con las velas. Llamó entonces el cartero y le entregó una carta sin remite, habiendo dentro una tarjeta de la que aparece un árbol al abrirse, pero sin solo una palabra redactada.

Su padre le manda fotografías de su nuevo hermano, ya cerca de los 10 años, pero al que no llegó a comprender en persona, preguntándole su padre cuándo irá a conocerlo, excusándose ella señalando estar muy ocupada, pidiéndole su padre que no lo castigue más, tras lo que le pregunta si no posee derecho a ser feliz tras la desaparición de su madre, señalando ella que elige no comentar de esa muerte,

El padre le ten en cuenta que no volvió a conocer a Antía desde que era una niña.

A lo largo de los tres primeros años compró una tarta cada día de su cumpleaños aguardando que le va a llegar otra postal y tener la posibilidad de visualizar su letra aunque solo fuera en la dirección.

Esos tres primeros años festejar su cumpleaños tirando la tarta a la basura se convirtió en una tradición, hasta que tras el tercero decidió desarmar su habitación y tirar todas sus cosas y dejó su piso mudándose a otro vecindario de Madrid donde no hubiera huellas suyas y donde nada le recordara a Antía.

Algún tiempo después visitó a Ava, ingresada en un hospital de Madrid gracias a una esclerosis múltiple que le dejó inmovilizada la sección izquierda del cuerpo.

A lo largo de su visita ella le distribución una de sus esculturas, la del hombre sentado, para el que Xoan posó y que ve que es la portada de un libro que tiene Ava en la habitación de Lorenzo Gentile.

Ava le cuenta en ese instante que cuando Antía fue a Redes a agarrar su casa fue Marian a verla y le contó todos los datos sobre el último día de Xoan, incluida su discusión, algo que Marian no debería entender según Julieta, dado que no se encontraba en el hogar, por lo cual deducen que debió llamarla Xoan y contárselo.

Julieta ten en cuenta que a su regreso no le comentó nada ni le preguntó jamás, diciéndole Ava que a ella si le preguntó que si se acostaba con su padre, y cuando le contestó que no eran cosas para hablarlas con una niña, Antía la insultó y la llamó puta, echándoles la culpa a ámbas de que Xoan se fuera a pescar más allá del estado de la mar.

Julieta ten en cuenta que jamás le logró reproche alguno.

Unos años más tarde, el día antes de su partida al retiro espiritual Antía volvió a llamarla, justo cuando acababan de ofrecerle el diagnóstico de su patología y volvió a hacerle las mismas cuestiones de entonces, aunque en este momento ella también se sentía culpable por haberse ausentado y ser feliz en el campamento.

Ava le mencionó que ninguna tenía la culpa y que si alguna la tenía ya habían comprado, señalando la joven que cada una tenía lo que se merecía.

En su períodico Julieta ten en cuenta que cuando se mudó a Madrid sentía una enorme responsabilidad por la desaparición de Xoan y del hombre del tren, aunque no le contó nada porque quería que ella creciera libre de culpa, más allá de lo cual ella la percibió y se la acabó contagiando.

A lo largo de el entierro de Ava Julieta conoció a Lorenzo, que la recordaba de haberse cruzado con ella en el hospital.

Señala que Ava le dejó en herencia a Lorenzo, al que señala, jamás le habló de ella.

Comenzó una exclusiva vida con él, logrando que hubiera días en que no pensaba en ella.

Se abstuvo de ella a lo largo de años como un drogadicto que deja la sustancia, pero recayó en tener la promesa de hallarla o entender de ella y esa promesa destruyó la débil base sobre la que había edificado su novedosa vida.

En este momento, señala, ya no posee nada, ya que su sepa llena su historia completamente y la elimina.

Vuelve a aquel parque donde solía ver a Antía y a Bea jugar al baloncesto, donde en este momento juegan otras dos niñas y comienza a llorar.

Enfrente de ella, y en otro banco se sienta Bea, que de repente ve a Julieta con muy mal aspecto y se dirige a ella y la abraza.

Julieta le enseña que está llorando porque ámbas niñas que juegan le recordaron a ella y a Antía, contándole Bea que son sus sobrinas.

Julieta se derrumba y le confiesa que no sabe nada de Antía ya hace 12 años, contándole Bea que es verdad que se la encontró, aunque fue muy repugnante, ya que Antía no quería comentar con ella e logró todo lo viable por evitarla diciendo inclusive que la había confundido con otro persona.

Se pregunta Julieta por qué no quería comentar con ella si eran tan amigas, diciendo Bea que eran más que eso, que eran indivisibles y no podían vivir la una sin la otra, hasta que aquello se convirtió en un infierno, diciéndole que salió a estudiar diseño a Nueva York para escapar de Antía, que le contó que ella iba a proceder a un retiro.

Después de aquello hablaron únicamente una vez, diciéndole entonces que se avergonzaba de su relación y que no quería entender nada de ella porque era ya una exclusiva persona que había encontrado su sendero y ella por el momento no formaba parte de él, señalando que le hablaba como una fanática, llegando a ofrecerle miedo.

De vuelta a su casa ve al otro lado de la calle a Lorenzo y empieza a atravesar sin atender el semáforo, siendo golpeada por un coche.

Se despierta en el hospital con Lorenzo a su lado.

Este le cuenta que regresó de Portugal 4 días antes y salió hasta su casa para ver si tenía la suerte de verla salir, replicándole Julieta que se cambió de casa, reconociendo él que lo sabía porque los primeros días tras su separación la siguió para ver qué hacía hasta que se percató de que se encontraba obsesionándose y decidió irse a Portugal para escribir de la misma forma que habían premeditado.

Julieta le pide perdón por haberse despedido tan mal de él.

Lorenzo va a su piso para agarrar algunas cosas, observando sobre el escritorio la fotografía rota y reconstruida de Julieta con Antía y su períodico, aunque lo cierra pudorosamente.

Cuando en el hospital ella ve que le llevó los diarios le pregunta si los leyó, señalando Lorenzo que no se hubiera atrevido, diciéndole ella que puede leerlos si quiere y después destruirlos.

Pero entonces ve que en la bolsa hay también una carta donde reconoce inmediatamente la letra de Antía, y que en esta ocasión sí transporta remite, de un pueblo suizo.

Lorenzo y Julieta van en el coche, recordando ella el contenido de la carta donde Antía le contaba que tenía tres hijos y que el más grande de ellos, Xoan, murió con solo 9 años ahogado en un río, estando ella loca de mal.

Y en esos instantes, los peores de su historia, piensa en ella y sabe lo que debió padecer tras su desaparición.

Julieta le dice a Lorenzo que no va a pedirle ninguna explicación a su hija, ya que solo quiere acompañarla.

Lorenzo le dice que aunque no la haya invitado a verla, piensa que es porque tras 13 años no se atreve, aunque sabe el remite como una invitación, mientras el coche avanza entre las montañas suizas sendero a su destino.

Calificación: 3