Justicia para todos
… And justice for All (1979) * USA
Duración: 117 min.
Música: David Grusin
Fotografía: Victor J. Kemper
Guion: Valerie Curtin, Barry Levinson
Dirección: Norman Jewison
Intérpretes: Al Pacino (Arthur Kirkland), John Forsythe (Juez Henry T. Fleming), Christine Lahti (Gail Packer), Jack Warden (Juez Francis Rayford), Lee Strasberg (Sam Kirkland), Jeffrey Tambor (Jay Porter), Sam Levene (Arnie), Robert Christian (Ralph Agee), Thomas G. Waites (Jeff McCullaugh), Larry Bryggman (Warren Fresnell), Dominic Chianese (Carl Travers), Craig T. Nelson (Frank Bowers), Victor Arnold (Leo Fasci).
Arthur Kirkland, abogado inconformista y honesto que pelea hasta el desenlace por todos sus casos, lo que le transporta en más de una ocasión a ser detenido por desacato, como cuando insiste frente el juez Henry T. Fleming para que revise la situacion de un jóven encarcelado injustamente y al que Fleming se niega a dejar en libertad basándose en formalidades.
Su rebeldía le transporta frente un comité solicitado de depurar las situaciones de corrupción de la abogacía, frente el que tampoco se expone sumiso, pero donde tiene la posibilidad de comprender a Gail, ingrediente del grupo, con la que termina teniendo una relación.
De repente el juez Fleming es acusado de violación por una mujer y este le escoge a él como abogado. Ya que todos conocen la animadversión de Kirkland por Fleming, este piensa que si es su abogado todos pensarán que es por estar convencido de su inocencia.
Kirkland no quiere proteger a su enemigo, pero el juez Rayford, del que es amigo aunque está un poco chiflado, le pide que acepte y reconsidere su posición, ya que si no lo protege le tienen la posibilidad de despedir de la abogacía acusado de revelar datos de un cliente, dado que reveló a la policía que un obsoleto cliente de el podría ser un asesino.
Se siente mal, y su ámbito personal tampoco le es bastante conveniente, ya que el único familiar con el que se relaciona es su abuelo Sam, al que visita comunmente e invita a comer siempre que puede para que no se sienta mal en la vivienda donde habita gracias a su alzhéimer.
Y de repente Jay, su colega, sufre un trastorno que le transporta a raparse el pelo al cero y a agredir a todos en el juzgado tirándoles platos, enterándose por Gale de que le están investigando.
Sólo Arthur le sabe, ya que el ingreso de disparidad se causó cuando un asesino al que defendió con éxito en el pasado y del que consiguió que saliera libre, regresa a asesinar.
Para contribuir a Jay le acompaña al hospital, debiendo delegar en otro compañero la defensa de su cliente que podría sospechar su liberación.
Pero el solicitado de llevarlo a cabo se olvida y lo realiza mal, por lo cual no dejan libre al cliente de Kirkland, que, atormentado se suicida.
Kirkland se centrará en la situacion del juez Fleming, del que consigue que pase la prueba del polígrafo, y consigue además el testimonio de un testigo que puede testificar a su favor.
Cuando un obsoleto cliente -el primero que tuvo y al que salva todo el tiempo de muchos de líos – le agradece sus últimos servicios dándole unas imágenes que detallan a Fleming con una prostituta a la que maltrató, lo que provoca que sospeche que fue con la capacidad de violar a la mujer que lo acusa.
Escoge comentar por esto con Fleming, al que le exhibe las fotografías, y este, en lugar de denegar su responsabilidad le admite que, de hecho violó a la muchacha, y que además lo engañó realizando manifestarse al falso testigo, pero sabe que como abogado no posee más remedio que defenderlo, dado que de lo opuesto le expulsarán de la abogacía, lo cual, adjuntado con su prestigio como juez servirá para exculparlo.
Y acertadamente todo va según lo pensado hasta el día de hoy del alegato final, cuando, Kirkland acusa a su defendido de la violación más allá de las secuelas que ello le logre acarrear.
Calificación: 3