La vida secreta de los objetos

El cuento corto que os traemos esta vez habla de cosas perdidas. ¿Quién no ha perdido algo alguna vez? La protagonista de este cuento ha perdido unas lentes de sol y está realmente triste. Mas para todo hay una solución. Con un tanto de imaginación y la ayuda de su tía María, descubirá dónde se ocultan las cosas que se pierden y cuál es la vida que nos esconden todos esos objetos que entran y salen de nuestra vida.

El cuento está escrito por María Bautista y la ilustración es de Brenda Figueroa. Gozad mucho este cuento y no os perdáis nada, que de perder cosas va el tema.

La vida secreta de los objetos

Hace una semana perdí unas lentes de sol. No eran unas lentes de sol cualquiera. Las había comprado mi tía María, que es la más viajante de todas y cada una de las tías que tengo, en un mercadillo de cosas viejas en Berlín.

– Estas lentes pertenecieron a una joven alemana de los años setenta a la que le agradaba caminar bajo el sol. Acostumbraba a llevar a su cánido al río y jugaba con él.

Mi tía María, además de esto de la más viajante, es la más fabulista de todas y cada una mis tías. Ella siempre y en todo momento afirma que no se inventa nada, que todo cuanto me cuenta lo ha escuchado por ahí. Mas no me lo creo completamente. No obstante, me agrada que me cuente esas historias.

– ¿Y de qué forma terminaron estas lentes en ese mercadillo?

– Un día, el cánido de esta joven de los años setenta salió corriendo detrás de un conejo. Iba sin correa, conque la chavala debió correr detrás de . En el camino perdió las lentes. Las halló una señora que pasaba por ahí. Las cogió y las guardó en una caja.

– ¿Y después?

– Después, muchos años después, cuando se jubiló se fue de viaje.

– ¿A dónde?

– Puesto que a donde será, a Mallorca, que es donde van todos los alemanes.

– ¿Se llevó las lentes?

– No, las había guardado en una caja, conque ni se acordó de .

– Y ¿en qué momento volvió ya no estaban?

– No, jamás volvió.

– ¿Cóooomo? ¿No volvió jamás? ¿Le pasó algo malo?

– ¡Qué va! Le agradó tanto Mallorca que decidió quedarse ahí. Y su nieta se fue a vivir a su casa. Cuando vio las lentes de sol le encantaron y empezó a emplearlas. Mas entonces las vendió.

– ¿Las vendió? ¿Por qué razón? Terminas de decir que le agradaban mucho…

– Sí, mas logró un trabajo en la Antártida y allá no las precisaba, conque las vendió.

Mi tía María, además de esto de viajante y fabulista, tiene unas ideas un tanto raras: ¿Quién va a hallar un trabajo en la Antártida? Mas cualquiera le lleva la contraria.

– ¿Y de esta forma fue de qué forma las hallaste ?

– Claro, las vendía una chavala en un puesto de sombreros. Cuando las vi me acordé de ti. ¡De qué manera te chiflan los sombreros…!

¿Veis a que me refiero? Como me chiflan los sombreros mi tía María me obsequió unas lentes de sol. ¿Alguien comprende algo? Yo no, mas ya me he habituado a sus insesateces.

Pero ahora he perdido las lentes de sol. Y me he puesto triste. Menos mal que mi tía María es la persona más despistada del planeta. Se pasa el día perdiendo cosas, conque no le ha molestado nada que haya perdido las lentes que me obsequió.

– Despreocúpate, pequeña – me afirmó la tía María cuando se enteró – ahora esas lentes pueden proseguir su vida.

– ¿Qué vida?

– Puesto que la vida secreta de las lentes de sol.

He debido poner tal cara de sorpresa, que mi tía María se ha visto obligada a explicármelo.

– No me afirmes que no sabes lo que es la “vida secreta de los objetos”.

– Ni la más remota idea.

– ¡No puedo creérmelo! Todos los objetos tienen una vida secreta, algo que prácticamente absolutamente nadie conoce. ¿Por qué razón te piensas que perdemos cosas? ¿Por el hecho de que somos muy despistados? ¡Qué va! Es pues los objetos desean vivir sus vidas y se escapan. Tus lentes no se han perdido. Se han fatigado de estar contigo y se han ido a buscar una nueva aventura. Con lo que no estés triste, alégrate, pues seguro que tus lentes de sol están más felices.

Al principio he puesto cara de “no me creo ni una palabra de lo que terminas de decirme”, mas entonces he comenzado a meditar en todas y cada una de las cosas que he perdido en mi vida: la bufanda que me hizo la abuela, un montón de gomas de borrar, 2 o bien 3 peonzas, un silbato, una muñeca, un par de vehículos de juguete, un bloc de notas sin comenzar. ¡Y si todas y cada una esas cosas se hubiesen ido de verdad a otro lugar! Y me ha agradado mucho la idea.

– Entonces, ¿ piensas que esas lentes las tiene ahora otra persona?

– ¡Seguro! Y a cambio, hallarás algo pronto. Otro objeto que se haya fatigado de su vida y haya decidido buscar una nueva aventura.

Cuando le he contado esta historia a Román, que es mi mejor amigo, me ha mirado tal y como si estuviese chiflada:

– No sé quién está más desquiciada de las 2, si o bien tu tía María. Eso de la vida secreta de los objetos… ¡es imposible!

Pero cuando volvíamos a casa he pisado algo. Era un sombrero colorado con una vida secreta que ninguno vamos a poder adivinar nunca. Un sombrero a la busca de una nueva aventura.

Al menos eso me ha dicho mi tía María. Y la he creído. Y Román, esta vez, asimismo.