«No hay que creer que hay, no hay que decir que no existen».
Segunda parte de la Trilogía del Baztán, brinda comienzo nueve meses después del final de su predecesora, “El guardián invisible“. Amaia Salazar, inspectora jefa de homicidos de la Policía Foral de Navarra, asiste próximo de sugerir a luz al juicio de Jason Medina. Tomó parte en su arresto por la violación y asesinato de su hijastra, Johana Márquez. Sin embargo, Medina no llegará a presentarse frente el juez, ya que se suicida en los baños del mismo juzgado. Llevaba encima una nota, apuntada a la inspectora Salazar, donde solo había escrito una palabra: TARTTALO, nombre que ella únicamente relaciona con el cíclope colosal y perverso de la mitología vasca.
Tres meses más tarde Amaia es una orgullosa madre a la que llama el deber laboral. Nada más incorporarse la requieren para que lleve un caso de profanaciones en la iglesia de Arizkun, muy cerca de Elizondo, su pueblo natal, y en el mismo valle del Baztán. Comienza a investigarlo sin vacilar que va a tirar de un hilo muy riguroso ni que le será cuesta arriba en el ámbito de lo personal: le encanta su trabajo y no ha perdido la vivencia que la caracteriza; sin embargo, ocuparse a ello la divide de su bebé, al que echa de menos, y se siente culpable por no poder ocuparse de él como quisiera.
Sin percatarnos la trama nos envuelve en un ámbito conocido: mismos individuos y escenarios de la sección primera, que se entremezclan con otros nuevos según avanza la historia. Los individuos primordiales nacieron, se nos detallan dotados de una personalidad cada vez más compleja; aunque la más grande alteración la sufrió la inspectora Amaia Salazar. Además del colosal cambio que piensa ser madre, consiguió espantar los fantasmas que la atormentaban y se ha reconciliado con el sitio en que nació y creció, Elizondo. Acude a él y a su familia frecuentemente, con la satisfacción de sentir y ver sus raíces; atraída por ese nuevo sentimiento de protección que la acoge en ese lugar al que, ahora mismo sí, siente que forma parte.
La investigación se entremezcla con la lluvia y el frío del invierno en el valle del Baztán. El sendero hacia la solución se adivina y se pierde por instantes, envuelto por la niebla que maneja los bosques; se enreda entre secretos familiares que, poco a poco, van saliendo a la luz del día y despejan muchas incógnitas. La realidad y lo racional se ven intimidados por una sucesión de mitos, historias y leyendas fantásticos que se han transmitido de generación en generación y tienen la aptitud de llevar a cabo una duda aun en las mentes más lógicas.
“Legado en los huesos” toma el testigo de “El guardián invisible“, lo porta durante una carrera contrarreloj a través del pasado, el presente, la desaparición, la vida, exhaustivas indagaciones e impactos sentimentales y lo distribución a “Ofrenda a la tormenta“, la tercera y última parte de esta saga.