Axel señala a su tío Otto Lindenbrock, instructor de mineralogía, como un hombre inquietante por su fuerte carácter pero muy original. El instructor llama a su sobrino Axel a su despacho. Allí le enseña un manuscrito de colosal valor. Dentro hallan un pergamino de origen rúnico. El instructor intenta descifrarlo y dice que nadie volverá a comer hasta descifrarlo. Axel es quien consigue comprender la clave del pergamino.
Arne Saknussemm, un alquimista, dice como llegar al centro de la tierra. El instructor eufórico elige ir al lugar acertado en el pergamino colocado junto con su sobrino Axel. Este se niega dado que piensa que es una compañía irrealizable ya que la temperatura aumenta 1º por cada 60 pies de hondura bajo la área del Globo. Pero el instructor elige que tienen que de ir.
Axel está aturdido pensando en viajar con su tío al centro de la Tierra. Tiene miedo y no quiere ir pero no tiene otra opción y van hacía el punto acertado en el pergamino, Islandia. Viajan en carruaje, tren y en buque y así llegan a Reikiavik, ciudad cercana alSnæfellsjökull, volcán por el que tendrán que introducirse para poder el corazón terrestre.
Contratan a Hans, un guía que le acompañara a lo largo de su odisea. Equipados con víveres, utilidades, armas, instrumentos y un botiquín emprendieron viaje hacía el volcán. Axel y su tío viajaban montados a caballo, el guía los precedía caminando. La más grande preocupación de Axel era comprender que ocurriría si el volcan se despertaba mientras ellos estuvieran dentro de él.
Emprendieron el asalto del Sneffels por caminos difíciles. La marcha era penosa pero al fin alcanzaron la cumbre del Snæfellsjökull. Comenzaron el descenso dentro del cono del volcán. En el fondo del cráter se abrían tres chimeneas. Siguiendo las normas dejadas por el alquimista en el pergamino, supieron cual de las tres chimeneas era por la sombra del pico Scartaris durante las calendas de junio que acariciaba a la que conducía al centro de la Tierra.
Por medio de una cuerda se iban deslizando bajando así 2800 pies en once horas. Allí improvisaron una cama para descansar y recobrar fuerzas. A la mañana siguiente siguieron hundiéndose en las entrañas del Globo dejándose caer por alerta inclinadas, formadas por lava seca que tapizaba el interior del cráter.
Después de descender durante siete horas consecutivas, eligieron tomarse un descanso hasta las seis de la mañana siguiente. Descendieron seis horas más y llegaron al fondo de la chimenea donde se encontraron con dos caminos. El instructor Lidenbrock, decidío tomar el del Este y ese resultó ser el erróneo dado que al tercer día se quedaron sin agua y debieron retroceder para ir hacía el Oeste.
Esperaban encontrar algún manantial y así coger agua para subsistir pero no se oía ni un murmullo de agua. Hans, el guía que los acompañaba dio de un torrente bajo las rocas. Perforaron la piedra con las utilidades que llevaban y consiguieron agua pero a 100º de temperatura, la dejaron enfriar y de ese modo saciaron su sed y llenaron sus calabazas.
A la mañana siguiente siguieron su sendero, descendiendo y acercándose cada vez más al centro de la tierra. Axel se despisto de su tío y de Hans y se perdió en un laberinto a 30 leguas de la corteza terrestre. Atormentado se echó a correr sin rumbo golpeándose contra las rocas. A través de una caída providencial llegó exánime y lleno de sangre a los brazos de su tío. Cuando volvió en sí, vio que estaban con un mar, estaban en una caverna con la aptitud de contener la proporción de agua de un océano. Cerca de allí había un bosque de hongos y hallaron esqueletos de animales.
Construyeron una balsa y de ese modo embarcaron e iniciaron una travesía con el propósito de poder recientes salidas en las orillas opuestas. El viaje por mar se hace más riguroso de lo que pensaban. Durante la travesía se encontraron con monstruos marinos colosales pero oportunamente los animales estaban peleando entre ellos y no se percataron de la presencia de la balsa.
Axel y sus dos acompañantes continuaron su viaje con su monótona uniformidad. Pasaron al costado de un islote en el que había un geyser de agua hirviendo a una temperatura de 163º.
Siguieron su sendero y les amenazo la tempestad, el viento soplaba a una agilidad incalculable, los relámpagos no cesaban, el calor aumentaba. Súbitamente vieron un disco de fuego pasearse por el espacio a la agilidad de un huracán y les arrancó la vela con el mástil y los tres amigos fueron arrastrados con colosal efectividad hasta que la almadía chocó con los arrecifes de la costa.
Axel y su tío se libraron de la desaparición debido al guía, Hans, que los arrancó del abismo tumbándolos en la arena de la playa. Consiguieron socorrer la pólvora, la brújula, el manómetro y comestibles para 4 meses.
Con la asistencia de la brújula reafirmaron su situación y vieron que durante la tempestad habían retrocedido en lugar de continuar. Furioso, el instructor Lidenbrock. Y retando todos los peligros mencionó que volverían a la balsa para seguir el viaje. Antes quiso investigar el sitio donde habían llegado a la deriva.
Encontraron un esqueleto humano de la época cuaternaria y después un cementerio de cuerpos fosilizados. Siguieron explorando el lote y se alejaron de las orillas del mar llegando a un bosque de vegetación de la época terciaria con palmeras, pinos, cipreses y helechos.
Debajo de esos árboles vieron agitarse unos animales colosales y un ser humano con una cabeza del tamaño de un búfalo guardando aquel innumerable rebaño. Les pareció irrealizable y reflexionaron que podía ser una visión pero huyeron a colosal agilidad hacía el mar donde habían dejado la balsa. En su huida encontraron un puñal que había pertenecido a Arne Saknussemm, el alquimista que 300 años atrás había hecho ese mismo viaje al centro… [continua]
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