Esteban miraba con cuidado el suelo de su dormitorio. Se encontraba lleno de papeles y bolitas de plástico. El envoltorio del juguete que le había regalado su tía Ana tenía la culpa. El juguete era espectacular, pero con el envoltorio se lo había pasado espectacular. El inconveniente es que lo había dejado todo hecho un asco.
Esteban recogió todo lo que ha podido y lo tiró a la papelera. Pero no era bastante. Así que buscó a su madre, a conocer si le ayudaba.
-Coge la escoba y barre el suelo, Esteban -dijo mamá-. Ya verás qué bien queda todo.
-Pero no sé barrer, mamá -dijo el niño-. No lo he hecho jamás.
-Dicen por ahí que siempre debe haber una primera oportunidad para todo -dijo mamá-. Inténtalo. En relación acabe con esto voy a verte.
Esteban cogió la escoba y fue a su cuarto. Se sentó en la cama y empezó a ver la escoba.
-Esto es cosa de chicas -pensó Esteban. Y se quedó sentado, observando la escoba.
Un rato después Esteban escuchó a su madre
-¿Qué tal Esteban? ¿Has terminado? ¡Voy en un minuto!
Esteban se levantó dando un respingo y empezó a mover la escoba. Enseguida llegó su madre, y le preguntó:
-¿Ya has descubierto cómo trabaja la escoba?
-No, mamá -dijo Esteban-. Es que esto es cosa de chicas.
-¿Ah, sí? -dijo mamá-. Ponte los zapatos, que iremos a llevar a cabo varias visitas en este preciso momento.
No habían pasado ni cinco minutos y ya estaban en la calle.
-Vamos a proceder a conocer a bastantes amigos míos -dijo mamá-. En su trabajo tienen que utilizar unos artefactos muy atrayentes sin los cuales no podrían realizar su misión.
Esteban conoció a muchas personas esa tarde. Primero conoció a Felipe, un chico que trabajaba en una compañía de limpieza limpiando áreas de trabajo. Felipe barría, fregaba y limpiaba el polvo. Lo hacía con tanta felicidad que parecía que bailaba.
Luego conoció a Juan, un barrendero que, cuando creçía que no le veía nadie, cantaba coplas mientras barría las calles.
Esteban también conoció Lucio, el dueño de un pequeño bar en el que hacía de todo, agregado barrer y fregar el suelo, para poseerlo todo limpio.
De vuelta a casa Esteban y su madre pasaron por el taller de coches de Andrés. Y allí lo pillaron limpiando el estacionamiento, escoba en mano.
-¿Sigues suponiendo que barrer es cosa de chicas? -preguntó mamá.
-Ya he visto que no. En este preciso momento cojo la escoba a conocer qué tal se me proporciona -dijo Esteban.
-Luego paso por tu habitación a conocer qué te apañas -dijo mamá.
-Gracias, mamá.
Esteban probó a barrer su habitación con la escoba. Su madre fue por allí al cabo de un rato.
-No me quedó realmente bien barrido el suelo, mamá -dijo Esteban.
-No te impacientes -dijo mamá-. Por lo menos está mejor que antes. Y eso es lo considerable. Ven, que te voy a contar unos cuantos trucos.
Esteban practicó con la escoba barriendo el pasillo y el comedor. Y se sintió muy orgulloso de poder ayudar en el hogar.