Los tres cerditos eran tres hermanos que deciden construirse una casa cada uno de ellos a su forma para resguardarse del lobo fiero. Seguro que todos conocéis esa versión del cuento de los tres cerditos y el lobo feroz que deseaba comérselos. Mas ¿y si hubiese otro final para el cuento de los 3 cerditos que no te imaginas…? En ocasiones las apariencias engañan y no todo es como semeja.
Atención a este cuento corto para dormir felices:
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LOS TRES CERDITOS
En el bosque en el que vivían los tres cerditos había un enorme revuelo. Según lo que parece, los pájaros habían sobre aviso a los corzos de que un enorme lobo estaba a puntito de llegar a sus tierras.
– ¡Un lobo! ¡Qué temor! Eso significa riesgo, deberemos meditar en de qué forma librarnos de él – exclamó el más pequeños de los tres cerditos.
Después de mucho meditar, los tres hermanos decidieron que lo mejor era construirse una casa donde poder estar a salvo de las garras del lobo. No obstante no se ponían conforme en la forma de hacerla, con lo que cada uno de ellos decidió edificar su casa.
El cerdito pequeño decidió hacer una casa con paja. Era considerablemente más simple que hacerla con otro material y de esta forma no le costaría mucho esmero.
El cerdito mediano prefirió hacerla con madera. Era considerablemente más resistente que la paja y como estaban en un bosque, la madera era simple de lograr. Además de esto, tampoco le llevaría un buen tiempo ni esmero.
El cerdito mayor creyó que lo mejor sería hacerla con ladrillos. Es verdad que aquello le llevaría un buen tiempo y esmero, mas le dio la sensación de que solo si la casa era de ladrillos, podría resguardarle del desalmado lobo.
El cerdito pequeño y el cerdito mediano hacía mucho que habían terminado sus casas, y el cerdito mayor, proseguía con su gran obra.
– Como no te des prisa – le afirmaban – llegará el lobo y no va a haber servido de nada tanto esmero, puesto que tu casa no va a estar terminada y no te va a quedar más antídoto que venirte a la nuestra.
Pero el cerdito mayor no les hacía caso. Sabía lo esencial que era el trabajo bien hecho y sin prisa, mas sin pausa, fue acabando su casa de ladrillos. A tiempo.
El lobo llega a las casas de los tres cerditos
Y es que el lobo llegó exactamente el día de su inauguración. Cuando el rumor de que el desalmado malvadísimo lobo había llegado al bosque, cada cerdo se ocultó en su casa. ¡Qué temor!
Para colmo de males, aquella tarde se había levantado una fuerte tormenta. ¡Con lo poco que le agradaban a los cerditos las tormentas! Asustadísimo, el cerdo pequeño se asomó por la ventana de su caja de paja.
– ¡Uy qué ver este viento! Está tambaleando tanto mi casa que semeja tal y como si la fuera a tirar.
Pero al mirar por la ventana, lo que vio el cerdo pequeño fue al desalmado malvadísimo lobo. ¡Tenía unos colmillos tan grandes!
El lobo sopló y sopló…
– ¡No es el viento lo que está tambaleando la casa! Es el lobo que está soplando…
Y antes que se diese cuenta, la casa de paja se había desvanecido. El pequeño cerdo corrió y corrió hasta la casa de su hermano mediano.
– Aquí vamos a estar a salvo – le resguardó el cerdo de la casa de madera.
Pero afuera, la tormenta se había vuelto cada vez más dura. Llovía a jarros, mojando la madera de la casa del cerdo mediano. Además de esto aquel viento tan molesto…¡y el lobo, que otra vez estaba plantado en frente de la casa de los cerditos!
– ¡Ya está acá otra vez! Comenzará a soplar y a soplar…¡y derruirá la casa!
Y antes que hubiesen terminado de decirlo, la casa de madera se había desplomado. Los 2 cerditos corrieron y corrieron hasta la casa de ladrillo del hermano mayor.
– Aquí vamos a estar a salvo – les resguardó el cerdo mayor.
Los tres cerditos están a salvo
Y para su sorpresa, los cerditos pequeños descubrieron que ni la tormenta, ni el viento, ni el lobo desalmado malvadísimo, podían destruir aquella casa tan bien hecha.
– ¡Os lo afirmé! Las cosas bien hechas precisan más esmero, mas entonces duran para siempre…
Estaban tan contentos los tres cerditos en casa de ladrillo, que prácticamente se habían olvidado del lobo y de la tormenta en el momento en que un estruendos les alteró. Era el timbre, ¿quién llamaría a esas horas en una tarde tan desagradable?
– ¡Es el lobo! – exclamó atemorizado el hermano mayor cuando miró por la mira de la puerta.
– Sí, soy el lobo – exclamó el animal que había escuchado lo que el cerdo había dicho.
– Pues fuera de acá, ya has destruido 2 casas, mas esta no lograrás tirarla.
El lobo suspiró con tristeza y exclamó:
– ¿La casa de paja y la casa de madera? Yo no tuve nada que ver con eso. Estaban tan mal construidas que la propia tormenta terminó con ellas.
– Y entonces, ¿qué haces acá?
– Soy nuevo en el bosque, y he venido a invitar a todos y cada uno de los animales a una enorme celebración. De esta manera vamos a poder conocernos…
– Desearás decir que vas a poder comernos…
El lobo volvió a suspirar con tristeza y gritó:
– ¿Por qué razón afirmáis eso? No sabéis nada de mí y no obstante ya dais por sentado que soy un lobo malo.
– Es que todos y cada uno de los lobos son malos y desean comernos…
– Mas no, ¡si soy un lobo vegetariano!
El lobo que no era tan feroz
Los tres cerditos se miraron con temor. ¿Podían confiar en aquel lobo? Para revisar que era verdad lo que afirmaba, le pusieron una prueba.
– Si es cierto que eres vegetariano, deberás probarlo.
Y bajo la puerta, los tres cerditos le pasaron una bandeja con comida. En un plato había un sustancioso pedazo de carne. En el otro una ensalada bien fresca.
El lobo no vaciló ni un momento, cogió el tenedor y empezó a comerse la ensalada.
– Precisaría un tanto de aceite y vinagre…¡esta ensalada está sin aderezar!
Los tres cerditos entendieron que aquel lobo no engañaba y confiaron en él. Y de esta forma fue como aquel lobo vegetariano se quedó por siempre en el bosque, y y los tres cerditos (que acabaron viviendo todos juntos en casa de ladrillos) fueron amigos por siempre.
El cuento de los tres cerditos ilustrado
¿Qué os ha semejado esta versión del cuento de los tres cerditos? Como vais a saber en un caso así no se ajusta al cuento tradicional que todos conocemos, puesto que el lobo no era lo que parecía…
En esta otra versión en vídeo del cuento sí se ajusta al cuento tradicional de los tres cerditos, y os la aconsejamos pues es asimismo una versión más actualizada de los tres hermanos cerditos muy entretenida ¡vais a ver de qué forma les agrada a los pequeños!
Moraleja de «Los tres cerditos y el lobo»
La verdad es que este es uno de los cuentos infantiles que más nos agrada para los pequeños, pues les enseña múltiples cosas esenciales. La primera es que hay que trabajar y esmerarse si deseamos lograr y sostener lo que tenemos, pues el trabajo bien hecho al final tiene su recompensa. Esto es lo que pasa con cada uno de ellos de los cerditos cuando se edifican diferentes casas y cada una de ellas soporta en dependencia del esmero que han puesto en ella.
El lobo fiero en el cuento de los tres cerditos
Pero lo que asimismo nos chifla de esta versión de Cuento a la Vista es que va más allí, desmontando el mito que venía de tiempos lejanos sobre los desalmados lobos, y que tanto daño ha hecho a esta especie animal el día de hoy protegida. Como vemos en el cuento, los cerditos pequeños pierden sus casas no por los soplidos del lobo, sino más bien por una tormenta que las destruye por su falta de previsión y por no hacer las cosas bien, tal y como mentamos en la primera moraleja de este cuento.
La segunda moraleja del cuento es que no hay que prejuzgar a absolutamente nadie por su apariencia, raza o bien sexo. Los tres cerditos dieron como es lógico que el lobo venía a comérselos, mas en nuestra historia, el lobo ¡era vegetariano! Por ende aprendamos la lección: Hay que esmerarse por hacer bien las cosas, y no prejuzgar a absolutamente nadie de antemano.
¿Qué os ha semejado esta versión del tradicional cuento infantil de los tres cerditos? ¡A nosotros nos ha agradado mucho!