En el planeta de la literatura, hay individuos tan entrañables que son inviábles de olvidar para el público, más allá de la proporción de años que logren pasar desde su creación. De la misma forma que es la situacion del personaje llamado Maese Pérez, popular como el organista.
Maese Pérez fue un personaje de ficción desarrollado por Gustavo Adolfo Bécquer, quien transporta el papel protagónico en una de las Leyendas llevadas a cabo por el citado escritor.
Personajes de Maese Pérez el organista
Maese Pérez
Es el personaje principal de esta historia.
Un adulto mayor que disfrutaba tocar el órgano en la catedral, pero un día tristemente murió, ya que enfermó.
La hija de Maese Pérez
Es quien decido ofrecerle homenaje a su padre al aceptar formar parte en la catedral para realizar el órgano que su padre solía utilizar.
Sr. Arzobispo
Era el solicitado de la catedral en donde solía tocar Maese Pérez.
La abadesa
Era la superior del monasterio, quien animo a la hija de Maese Pérez para que homenajeara a su padre, al formar parte en la catedral corriendo el órgano que era de Maese.
El pianista
Era el joven a quien las autoridades de la iglesia habían designado para que ocupara el sitio de Maese Pérez a lo largo de la misa.
Resumen de Maese Pérez el organista
Maese era un anciano invidente de 70 años, quien no tenía amigos y su único familiar era su hija.
El adulto mayor Maese Pérez solía tocar el órgano en una iglesia, con un talento que dejaba sencillamente impactado a cualquier persona que lo escuchara.
Después del fallecimiento de su padre, quien también tenía el mismo talento, se aventuró a continuar sus pasos.
Varios lo conocían por lo bueno que era con los instrumentos, pero su amabilidad hacia el prójimo también era fundamento de admiración de parte de quienes lo conocían.
Una de las noches más destacables para este hombre era la Nochebuena y la celebraba tocando el órgano como jamás lo hacía en otros instantes del año.
Más allá de que Maese no podía ver, él se encontraba convencido de que algún día tendría la esa de ver a Dios frente a frente, lo cual era la promesa que siempre lo hacía levantarse día a día con el más grande optimismo de todo el mundo.
Todos estos sentimientos los transmitía a través de su hermosa música.
Cuando llegó la Nochebuena de ese año, todos esperaban ansiosos a que Maese hiciera acto de presencia en la iglesia, para lograr ofrecer inicio a la misa anual caracteristica de esa época, pero por alguna razón Maese demoraba bastante en llegar.
Después de bastante período de espera, el adulto mayor al final apareció, pero con un aspecto que finalmente no decía nada bueno sobre su salud.
Se veía demasiado pálido y enfermo, pero sin importar su estado físico la misa inició con total normalidad.
No hubo superiores contratiempos a lo largo de el lapso de la clásico misa de Nochebuena.
El adulto mayor tocó su instrumento como siempre lo hacía, cuando llegaba la hora de su participación, que era a lo largo de el instante de la sagrada eucaristía.
No obstante, cuando el arzobispo iba a tomar la hostia, se escuchó el grito desgarrador de la hija de Maese, diciendo que su padre ha muerto, lo que conmocionó a los presentes.
Al año siguiente, todos pensaban que nadie debería utilizar el órgano de Maese por respeto a su memoria, pero las autoridades reflexionaron que lo destacado sería que el pianista, quien con anterioridad había amado tomara el puesto de Maese era el correcto para sustituirlo.
Esta decisión dejó a la multitud tan inconforme y irritante que boicotearan su actuación realizando un ruido enorme para que no se escuchara ni algo de su espectáculo.
No obstante, después de trascurridos unos minutos, notaron que el pianista tocaba excepcionalmente bien.
Pero sin importar ello, varios no estaban muy convencidos de la vericidad de su actuación.
Un día una de las Abadesas de la iglesia, le pidió a la hija de Maese que participara en la misa tocando el órgano que su padre solía tocar, como un homenaje a su padre.
La hija de Maese acepto y llegado el día, ella se sentía muy nerviosa al dudar si lo podría llegar a llevar a cabo también como la hacía su padre.
Puesto que todos estaban en la Catedral para presenciar el espectáculo que allí se daría, no había nadie en la iglesia donde solía tocar Maese.
Justo en el momento en el que ella sube a tocar, el órgano empezó a sonar solo para sorpresa de los presentes.
La joven emocionada comenzó a gritar que ese era su padre, quien se encontraba tocando el órgano, más allá de que no había nadie tocando.
Después de darse cuenta de lo ocurrido, el Sr. Arzobispo se sintió arrepentido por no estar presente.
Por lo ocurrido en el espectáculo espantoso, protagonizado por el pianista, ese día decidió no ayudar a la misa.