En 1984, con únicamente veinticuatro años, Leos Carax irrumpía en la escena cinematográfica francesa con su ópera prima Boy meets girl, poema fantasmagórico en el que su personaje primordial, Alex, buscaba desesperadamente el cariño persiguiendo la evanescente figura de Mireille a través de una eterna noche parisina. Dos años más tarde, otro Alex (o el mismo, en el final de cuenta alter egos los dos de Alex Oscar, nombre real del director del que extrajo con fachada de anagrama su nombre artístico) sigue recorriendo un París nocturno a la búsqueda de un amor intangible, que tratará de materializar en la figura de la hermosa Anna (Juliette Binoche), en quien Alex (Denis Lavant) cree admitir las facciones de una enigmática mujer vestida de blanco que antes el personaje primordial había buscado por las calles desiertas hasta desvanecerse en mitad de la noche.
Servida en esta ocasión bajo la engañosa fachada de una historia policiaca (como hiciera un cuarto de siglo atrás Godard en su seminal En el desenlace de la fuga, película a la que el film de Carax tiene relación sin ningún disimulo), Mala Sangre es una única distribución con fachada de poema visual sobre la búsqueda infructuosa del amor en su concepción más idealizada: después de dejar a Lise (Julie Delpy), Alex se echa en brazos de Anna, que simultáneamente está enamorada de Marc (Michel Piccoli), y le reprocha que no le sea preciso de la misma manera (“Es absurdo, la vida nos reúne y tú…”), incapaz de asumir la no reciprocidad de sus sentimientos (“La primera ocasión que una chica se enamoró de mí pensé ‘Ya está, las chicas están enamoradas de mí’. Después lo dejamos, y por ahora no entendí por qué las que yo amaba no me amaban”).
Encerrados en un local comercial abandonado desde el que Marc y su cómplice Hans (Hans Meyer) planean el robo de un antivirus que un laboratorio descubrió para batallar una extraña patología que aniquila “a los que hacen el cariño sin sentimiento” (y poder así saldar su deuda con una enigmática de america – Carroll Brooks – a la que Marc asigna el asesinato del padre de Álex que presenciamos al inicio de la película), Alex y Anna pasan la noche aguardando de cometer el golpe para el cual el personaje primordial fué resultado por sus habilidades con las manos (Alex se gana la vida llevando a cabo de trilero en el metro). Una larguísima secuencia (más de treinta minutos) que ocupa la parte central de la película (de forma semejante a eso que ocurría con los individuos primordiales encerrados en la habitación de un hotel en En el desenlace de la escapada) y donde Carax se sirve de la insólita disposición del espacio escénico (el colosal escaparate del local que nos posibilita ver desde el exterior todos los movimientos de los individuos y que nos hace pensar exactamente en los apartamentos de gigantes ventanales que aparecían en Playtime, de Jacques Tati) para realizar aflorar frente el espectador los sentimientos más íntimos de la pareja personaje primordial. Un espectador que adopta aquí más que jamás la indisimulada actitud de voyeur, reconocido aquí con el personaje del mirón (elocuentemente, interpretado por nuestro Carax) al que Anna llama la atención observando desde la calle a través del escaparate.
Será durante esta secuencia nocturna cuando Carax nos brinde numerosos de los instantes más memorables de la película: la pelea entre Marc y Álex (sus rostros aplastados contra el escaparate del local – fotograma 1); Álex intentando realizar reír a Anna para consolarla del desdén con que le trata Marc (el chato de sus ojos observando con desconcierto los trucos del personaje primordial – fotograma 2); cruzando la calle con su querida en brazos para llevarla al hotel en el que ésta quiere pasar la noche (y, al regresar, eufórico de amor, volcando un automóvil con la única asistencia de sus manos); los rostros de la pareja en silencio, buscándose y esquivándose en la oscuridad de la estancia; y, por supuesto, la frenética carrera nocturna de Álex, presa de uno de los asaltos a raíz de su extraña dolencia después de su paso por la cárcel (“todas las mañanas hormigón en la tripa”), al son de las notas de Modern Love, de David Bowie, que se escucha en una emisora de radio (fotograma 3).
Fiel a su indispensable referente cinematográfico, Carax dinamita la narrativa clásico utilizando sin ningún rubor todos los elementos en su haber: la imagen (descompone, angula, desenfoca, omite); el sonido (utiliza la cita, la voz en off, el silencio); el montaje (fragmenta, reitera, altera); al tiempo que da una paleta cromática donde recalca la utilización persistente del color rojo (el rojo de la sangre, de la vida y la desaparición, acaso del amor ardiente – fotograma 4) que va estar presente prácticamente en todos los planos a través de elementos, prendas de vestir, anuncios, mobiliario y otros elementos que puntúan cromáticamente un ámbito sumido la mayoria de las ocasiones en la oscuridad de la noche. Una presencia, la del color rojo, que será contrarrestada por el blanco del vestido de la enigmática joven que Álex persigue en la noche (acaso el color del amor intangible – fotograma 5) y, de manera aún más ostensible, por el azul del albornoz que Anna utiliza durante parte considerable de la escena que comparte con Álex (acaso el color del amor viable – fotograma 6). Una década más tarde, Kieslowski (quizá no de manera consciente), retomaría esta idea en su célebre trilogía sobre el cariño desde los particulares revolucionarios de la bandera tricolor francesa.
“He vivido mi vida sin ningún orden, como si fuera un borrador. Como una ola que siempre rompe en el océano, que jamás llega a la playa ni a las rocas. Ya es tarde para estudiar a vivir, pero pensaba que aun tenía numerosos años por enfrente para poner orden”, se lamenta Álex tras el golpe al laboratorio, herido de muerte por los sicarios de la de america después de burlar su búsqueda de hacerse con el antivirus. Pero la desaparición de Alex no será en vano: untado la cara con la sangre del personaje primordial, en la misma pista de vuelo desde la que aquél debía arrancar su huida, Anna echa a correr brazos en prominente hasta arrancar por último el vuelo en busca de una vida lejos de la fatídica presencia de Marc (fotograma 7).
David Vericat
© cinema primordial (febrero 2017)
———————————————-
VER EN FILMIN
———————————————-