Resumen de la película Manhattan

“Una idea para una historia corta sobre gente de Manhattan, que está creando en todo momento problemas reales, insignificantes, neuróticos para ellos mismos porque les impide tratar otros temas más insolubles, aterradores, sobre el universo”

Las expresiones que dicta Isaac (Woody Allen) en su magnetófono, después de que Mary (Diane Keaton) decida poner punto final a su efímera relación, son un leal exponente de dos de los puntos recurrentes que logramos hallar en parte sustancial de la filmografía del cineasta: por un lado, el marco espacial de la región de Nueva York, y más precisamente Manhattan (antes de que el cineasta se embarcara en el penoso periplo cineturístico de su etapa actual), y por el otro, los problemas derivados de las complejas relaciones sentimentales de sus pobladores, la mayoria de las ocasiones individuos de clase media-alta que, teniendo las pretenciones básicas completamente colmadas, parecen empeñados en complicarse la presencia desde conflictos sentimentales, (se diría que) para omitir el desasosiego que les podría producir confrontar a las considerables cuestiones existenciales de la raza humana. (Hay un tercer punto o tema muy que está en la obra de Allen, centrado exactamente en el régimen de esas cuestiones trascendentales, que dió lugar a no pocos intentos fallidos – desde la infumable Recuerdos hasta las estimables Interiores u Otra mujer -, pero también a magníficos films como Match Point o El sueño de Casandra, y a una obra maestra como Delitos y Faltas).

Con en relación a los dos primeros puntos citados, no hay inquietudes que Manhattan, con la también espléndida Annie Hall, se sitúa en la cumbre de la filmografía de Allen (paradójicamente sin importar las colosales inquietudes que experimentó el director justo al terminar el film, hasta el punto de ofrecerle a la productora filmar gratis su siguiente película si aceptaban no exhibir Manhattan): desde la increíble obertura con las imágenes de Nueva York al ritmo de la Rhapsody in Blue de George Gershwin (fotograma 1), hasta el bellísimo chato de la pareja personaje primordial observando el amanecer bajo el puente de Brooklyn (“Es una ciudad fantástica. No me importa lo que opine otra gente. Es algo especial”, le confiesa Isaac a Mary, en una imagen que se convirtió ya en un icono de la región – fotograma 2), el film es una recurrente declaración de amor a un ámbito íntimamente relacionado a la memoria primordial y sentimental del director (lo que lo sitúa a años luz de las lamentables postales turísticas que logramos hallar en su filmografía más reciente) hasta el punto de erigirse como un personaje primordial más de la historia. Cafés, cines, avenidas, apartamentos, estudios de televisión, centros comerciales, librerías, taxis, el Central Park, el MOMA, la ópera, el planetario… la cámara de Allen sigue a los individuos en permanentes travellings a lo largo de los diferentes escenarios que conforman su hábitat natural, y lo ejecuta no de manera afectada ni obligada, sino con la naturalidad del constructor que conoce a la perfección el lote que pisa, una facultad que redunda en la sensación enserio que transmite todas las secuencias del film.

Con este desarrollo, Allen crea la historia cerca de unos individuos que condicionan sus relaciones sentimentales con las inquietudes, miedos y fracasos acumuladas a lo largo de su experiencia primordial (algo de lo que queda ajeno y que distingue precisamente a la joven pareja del personaje primordial, Tracy – Mariel Hemingway –, del resto de personajes): desde nuestro Isaac, un escritor de guiones de televisión angustiado por el libro que su exesposa (Meryl Streep) acaba de publicar sobre su frustrada relación de pareja, hasta el matrimonio conformado por Yale (Michael Murphy) y Emily (Anne Byrne Hoffman), una pareja que afronta la madurez de su relación con los conflictos e inapetencias propios de esta etapa, pasando por la insegura Mary, con quien Yale mantiene una relación extramatrimonial.

“No deberías pedirme consejo. En lo relacionado a relaciones soy el ganador del premio August Strindberg”, le espeta irónico Isaac a su amigo Yale exactamente cuando éste le confiesa por primera ocasión su aventura con Mary. Consecuentemente (y después de un primer acercamiento en el que Isaac acaba completamente desquiciado por la actitud pedante de ésta), el personaje primordial acabará enamorándose de Mary y (tan próximamente como ésta rompa con Yale) deja a la joven Tracy para empezar una fugaz relación que terminará cuando Yale reaparezca en la vida de Mary.

Hay dos instantes primordialmente memorables para detallar el avance de acercamiento entre Isaac y Mary: el ya mencionado en el puente de Brooklyn (después de un segundo y casual acercamiento de los dos individuos durante una velada en el MOMA), y la secuencia en el planetario, en donde la pareja se refugia tras ver interrumpido su paseo por una violenta tormenta, y que dará lugar a las espectaculares imágenes con los individuos realmente deambulando entre planetas y constelaciones de estrellas, en una hermosa plasmación del intangible y mágico instante en el que empieza el enamoramiento (fotograma 3).

Pero la relación se nos enseña muy próximamente sentenciada al fracaso, de esta manera que prueba Allen en los planos de la pareja en el apartamento de Isaac, exactamente separados por la composición dela imagen (fotogramas 4a y 4b), justo antes de que Yale reaparezca en la vida de Mary y ésta decida retomar su vieja relación abandonando a Isaac.

“Bueno, seamos optimistas, ¿por qué merece vivir? Para mí… Groucho Marx, Willie Mays, el segundo movimiento de la Sinfonía de Júpiter, y el Patato Head Blues de Louis Armstrong. Por supuesto la películas suecas, La Educación sentimental de Flaubert, Marlon Brando, Frank Sinatra, esas manzanas y peras tan increíbles de Cezanne, los cangrejos que te ponen en Sam Wo, la cara de Tracy…”, dicta un desconsolado Isaac a su magnetófono antes de salir corriendo para tratar en vano de evadir que Tracy tome su avión a Londres usando una beca de estudios. Y la cámara sigue la carrera del personaje primordial en un último travelling a través de las calles de Manhattan (fotograma 5), al acercamiento de la juventud escencial e inexorablemente perdida.

David Vericat
© cinema primordial (julio 2014)

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