Mi vida estaba de manera perfecta organizada, suave y simple como mi whisky escocés preferido. Tenía relaciones que comenzaban y terminaban. Mi leimotiv era «Sin ataduras románticas de ningún tipo».Hasta que conocí a Maggie. Una mujer joven y muy, muy guapa que trataba de localizar su lugar en el áspero cosmos que es Manhattan. Se merecía algo mejor que un hombre de vuelta de todo como , con lo que la dejé marchar.Pero el destino me tenía preparada una sorpresa, y descubrí que era padre de una pequeña que no sabía que existía. Agobiado, contraté, sin verla ya antes, a una niñera que tenía geniales recomendaciones. Cuando llamó a la puerta de mi ático, abrí para hallarme con Maggie del otro lado.Ver de qué manera Maggie cuidaba tan cariñosamente de mi hija me hizo apreciar aprender a ser buen padre. Mas tener a Maggie tan cerca era peligroso. Era un terrorífico rayo de sol que conminaba con fundir mi helado corazón.La precisaba para mi pequeña.Al menos, eso era lo que me afirmaba a mí mismo Hasta que fue demasiado tarde.