Alexandra vivió la revolución como una pesadilla. En sus comienzos, al limitarse a Francia, proseguía las noticias de forma muy alejada, sin preocuparse demasiado. Cuando se percató de que iba a trastocar su forma de vivir comenzó a asustarse.Se pasaba el día mirando las noticias o bien compartiendo información con sus amigos en las redes sociales. Solo en ese instante se enteró de que la Declaración de los Derechos de la Tierra había sido el detonante.