Atenas, finales del siglo IV a. C.
El enorme Alejandro de Macedonia está muerto, y el gigante imperio que levantó en tan poco tiempo está a puntito de colapsar, víctima de las luchas entre familiares y generales del rey. Una embajada asiste a la urbe en busca del consejo de Aristóteles, viejo preceptor de Alejandro; el sabio, ya anciano y desesperanzado de las miserias humanas, va a dar brida suelta a sus recuerdos de aquel joven a quien otrora trató de conducir por la ruta de la «paideia».
De la mano de su memoria, el lector asiste a una de las aventuras más fascinantes de toda la antigüedad: la unificación de la Hélade y la extensión de los dominios macedonios hasta Asia. Las conquistas militares y políticas que, desde la aniquilación del ejército persa hasta la fundación de Alejandría, moldearon un imperio que hizo posible que todos viviesen bajo exactamente la misma ley. Una epopeya que puso fin a la temporada tradicional y dio paso al helenismo.
