Es un relato de fantasmas que ha gozado del favor del público desde el mismo instante de su aparición y pertence a los clásicos del espectacular Dickens. Este libro narra la inquietante noche que en la víspera de esta festividad pasa Ebenezer Scrooge, un adulto mayor miserable y tacaño que se encuentra dentro de las más acabadas representaciones del avaro en la narración de la literatura y otro de los memorables individuos de la extensa galería de Dickens.
La visita del espectro de su obsoleto colega, Jacob Marley, hace desfilar frente Scrooge la visión de los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras tratando conmover su corazón. Algo va a cambiar. Con este tierno relato, el creador se ha propuesto eliminar las conciencias de sus leyentes y convencerlos de la necesidad de ser bondadosos y de entrenar la caridad en un mundo injusto.
La caricatura, la incomodidad popular y el sentimiento conseguidos por Charles Dickens en esta narración, hacen que mantenga intacta aún hoy su aptitud para conmover y llevar a cabo gozar.
Lo inmejorable es que no existía duda alguna que Marley se encontraba muerto. El registro de su defunción había sido firmado por el capellán, el escribano, el director de la funeraria y el responsable del cementerio. Scrooge lo firmó también, y su firma era digna de crédito en algún archivo donde se viera estampada
No obstante, cuando se encontraba apoyando la mano en el picaporte, una extraña voz lo llamó por su nombre y lo invitó a ingresar. Scrooge obedeció. Era su propia salón. No cabía ninguna duda sobre esto.Pero había sufrido una transformación asombroso.
Las paredes y el techo estaban tan adornados con verdes hojas naturales que parecía, en verdad, un pequeño bosque donde centellaban por todas partes bayas de colores resplandecientes. Las hojas frescas y finas de acebo, de muérdago y de hiedra reflejaban la luz, como si alguien estuvo sembrando millares de espejitos.
Un magnífico fuego, como jamás había popular la aburrida losa de piedra ni en la época de Scrooge, ni de Marley, ni por varios y varios inviernos pasados, subía rugiendo por la chimenea.
Apilados en el piso, formando una clase de trono, había pavos, gansos, perdices, pollos, fiambres, enormes piezas de carne, lechones, largas ristras de salchichas, tortas galesas, budines de ciruela, barriles de ostras, castañas bien rojas, manzanas coloradas, naranjas jugosas, espléndidas peras, inmensas roscas de Reyes y espumantes baldes de ponche, que empañaban la atmósfera de la habitación con sus deliciosos vapores.
Sentado cómodamente sobre este sofá, había y era una gloria contemplarlo un Enorme feliz, que llevaba en la mano una antorcha resplandeciente, de manera similar a la del Cuerno de la abundancia y la mantuvo bien en prominente, para iluminar a Scrooge cuando este se asomó atisbando por la puerta.
En fin, es un cuento con muchas características increibles.
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