Se escucha en la localidad, que un perro había mordido a unas personas y que les había contagiado la íra, a una de las víctimas, con el fácil hecho de caerle las babas del perro, pero en una herida.
Ese mismo perro, también había mordido a Sierva María, una niña de 12 años hija de unos marqueses que no le querían. Cuando le mordió el perro, Sierva María iba acompañada de una esclava, que sólo le dio la novedad a la madre de la niña. Unos días más tarde se enteró el padre y fue al hospital, para ver a los hombres a los que los perros les había contagiado la íra. Estaban en muy estado deplorable, tirados por los pisos teniendo precaución, de que no se les cayera nada de su cuerpo en el suelo.
Mientras volvía el marqués a su casa, vio en el sendero a un hombre al costado de un caballo muerto, era Abrenuncio, un médico con mucha vivencia y especializado en estas situaciones. Comenzaron a comentar del caso de estos enfermos, puesto que el padre de la niña se había entusiasmado bastante.
Abrenuncio, le preguntó porqué se interesaba tanto por este tema y el marqués le contó lo de su hija. El médico le mencionó que las resoluciones que hay para esta patología, como envenenamientos, dejar a estos enfermos solos hasta que se mueran o tienen la posibilidad de curarse por un milagro. Por otro lado, el médico fue a conocer a Sierva María y ésta no tenía ningún síntoma de la íra y ya hacía tres meses que el perro le había mordido y le ha dicho al marques que la sacara a conocer cosas para que fuese feliz y así se le curase la patología.
Ahora se cuenta la vida del marqués. Se casó con una mujer a la que sí quería. Con ésta no tuvo ningún hijo y al cabo de poco tiempo se murió. Después conoció a su mujer de hoy, Bernarda, con la que se volvió a casar, pero no porque la quería, sino porque en una tarde en que se conocieron, la mujer se quedó embarazada y para no quedar mal con lo que dijera la multitud.
Pasado un tiempo, la niña no había mejorado y había empezado a volverse loca. Su padre fue a conocer al obispo y se lo contó todo, aunque ya lo sabía. Hablaron sobre Abrenuncio, y el obispo le mencionó que ese médico no era de confiar y que el inconveniente de la niña podía ser que estuviera poseída por un demonio. En este momento que nadie podía llevar a cabo nada por socorrer a Sierva María, lo dejaron todo en lo que logre llevar a cabo Dios.
El marqués la transporta a una vieja cárcel, donde en este momento mandan las monjas y cuidan de los enfermos. Tras la llegada de la niña empiezan a pasar cosas extrañas, o por lo menos eso creían las monjas, porque la niña no hacía cosas normales. El obispo, le dice a Delaura que se encargue del caso de la niña y éste tras resistirse un poco, en el final permite puesto que había tenido un sueño con la niña, que no la conocía y en su sueño era igual que en la verdad.
Delaura, visita a Sierva María para ver su estado. Se encontraba atada con correas que le habían hecho lesiones. Delaura, intenta curárselas y después miró el mordisco que tenía en el tobillo. Después la niña le pegó un bocado en la mano que le propició una herida. Salió para la iglesia para curarse y contarle al obispo como se encontraba la niña. Tras comentar un extenso rato llegan a la conclusión de que Delaura debe entrenar el exorcismo con Sierva María.
Así que va a examinarla otra vez y cuando pasa a su celda comienza a echar agua por las paredes para espantar los pésimos espíritus. El obispo y Delaura se sientan en las hamacas para ver el eclipse de sol. A éste último, los fotones del sol le afectan en un ojo y se pone un parche.
Dentro de poco vendría a la localidad, el virrey Don Rodrigo y su mujer, la que va al convento para conocer a todos los presos, a la última que ve es a Sierva María, por la que se atrae por su caso especial: Estar poseída por el diablo. El cura va a casa del marqués y habla con él sobre Sierva María, y el marqués le dice que debe proceder a la vivienda de Abrenuncio para tratar este tema. Después va a la vivienda del médico y hablan de lo mismo.
Delaura va otra vez al convento para ver a la niña. Le transporta comida mas o menos buena a comparación con la que le dan allí. Le dice que su padre quiere verla y Sierva María dice que ella no y después se cabrea con Delaura y comienza ha tirarle escupitajos en la cara, pero que al cura no le afectan y entonces a Sierva María se le ponen los pelos erizados y le echa un gaparro verde y el cura se va corriendo a su biblioteca, donde se encierra unos días.
Cayetano Delaura se pone como castigo proceder a un hospital a proteger enfermos de lepra y de otras patologías. Una noche salió del hospital para ver a Sierva María. Las puertas estaban cerradas y se coló por un muro prominente en el que se realizó sangre en las manos. Llegó hasta la celda de la niña sin llevar a cabo ruido por precaución a que no le descubrieran.
Iba todas las noches al convento para llevarle comida y le enseñaba poemas de Garcislaso de la Vega. Una mañana fue la abadesa y sus ayudantes a la celda de Sierva María y le dijeron que qué había hecho con Martina, que no se encontraba en su celda y no la encontraban por ninguna parte. Sierva María les mencionó que había visto a seis murciélagos… [continua]
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