Un ejemplar insustituible con novedosas respuestas a las cuestiones últimas de la vida. Antes de ser anunciado ya generaba en los medios masivos de comunicación una extraordinaria polémica sobre sus conclusiones: Que nuestro universo como los otros varios mundos probables surgieron de la nada, porque su creación no necesita de la intervención de ningún Dios o ser sobrehumano, sino que todos los mundos proceden naturalmente de las leyes físicas.
«Ésta es la cuestión última de la vida, el universo y el todo. Intentaremos responderla en este libro. En contraste con la respuesta ofrecida en la Guía del Viajero Intergaláctico, nuestra respuesta no será, sencillamente, «42»».
En efecto, este libro de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow sobre los descubrimientos y los progresos técnicos más recientes nos muestra una exclusiva imagen del universo, y de nuestro lugar en él, muy diferente de la clásico e, inclusive, de la imagen que nuestro Hawking nos había entregado, hace ya más de veinte años, en su enorme libro «Historia del tiempo». En él, el enorme físico nos explicaba de dónde procedía el universo y hacia dónde se encaminaba, pero aún no podía ofrecer respuesta a destacables preguntas: ¿por qué existe el universo?, ¿por qué hay algo en vez de nada?, ¿por qué existimos nosotros?, ¿requiere el universo un constructor?
En los últimos años, el avance de la teoría «M» (en situación toda una familia de teorías enlazadas sobre física cuántica) y las recientes visualizaciones llevadas a cabo por los satélites de la NASA, nos aceptan ya enfrentarnos a la pregunta fundamental: la Cuestión Última de la Vida, el Universo y el Todo. Si esta teoría última es verificada por la observación científica, hemos culminado una búsqueda que se remonta a hace más de tres mil años: hemos hallado el Gran Diseño.
Los filósofos perdieron su papel en la discusión porque no tienen idea física, la física que en los últimos 100 años dió un vuelco increíble a eso que creíamos que era el Universo.
No es original de este libro esta afirmación sobre los filósofos. Es algo que varios pensábamos y otros ya habían dicho. Como no es original el contenido del libro. Escasas contribuciones verdaderamente recientes tiene dentro. ¿Por qué sugerimos ojearlo entonces? Porque es un magnífico resumen de los conocimiento que poseemos hoy en día sobre el Universo, puestos al día en relación a los anteriores libros de Hawking. Echa la visión atrás hasta la civilización griega, donde comenzamos a intuir que el planeta puede resultar comprensible, y nos va guiando por el sendero que hemos seguido hasta llegar hasta el punto en el que estamos. De forma simple y rápida.
Esa es la enorme virtud del libro: Que en solamente 200 páginas nos toma de la mano y nos transporta por la senda que hemos ido recorriendo hasta llegar hasta el asombroso mundo de la física de hoy. De forma simple. No hay ni solo una formula en todo el libro, lo que lo realiza alcanzable a alguno. Nos pide, eso sí, que nos tomemos nuestro tiempo en la lectura del libro y alcemos más de una vez la cabeza, para pensar acerca de aquello que terminamos de leer.
Pasa, como muchos libros, por temas como el ensayo de la doble rendija, que enseña con un caso de muestra que nos hará entenderlo mejor (en caso de que determinada cosa fuera posible) y contribuye al caso la oportunidad de que quizás algún día logre llevarse a cabo con virus, un ser vivo. Inquietante. Como inquietante es la sugerencia de que, debido a que en física cuántica el espectador modifica los hechos, inclusive a posteriori, ¿no vamos a estar cambiando con nuestras visualizaciones el Universo que intentamos de estudiar?
El Gran Diseño muestra un panorama de la física/cosmología de hoy un poco desesperanzador para todos los que soñábamos con que fuera viable formular una verídica teoría del todo. La teoría M, de la que habla por fin el libro en sus últimos capítulos, es un compendio de teorías y no solo una. Y no se ve, por ahora, que logre existir otra solución.
Un par de cosas no nos agradan en el libro. “La teoría M es la teoría unificada que Einstein esperaba hallar“, afirma. Tantas ocasiones hemos caído en el error de reflexionar que nos encontrabamos en el final del sendero, que nos llama la atención que los autores caigan de nuevo en el error.
Y tampoco nos atrae el título del libro, ya que diseño se ve implicar diseñador, justo aquello de lo que se quiere prescindir con este libro. seguramente no sea culpa de los autores, sino de las malas traducciones que se hicieron en las crónicas anteriores del libro.
Designio pudiera ser una palabra más correcta, aunque indudablemente los editores han favorito sostener el nombre con el que se dió a comprender el libro, para explotar la publicidad previa.
Cierra el libro un último capítulo que empieza asestando un golpe feroz al libre albedrío, en base al juego de la vida, de John Conway. Y habla, por último de Dios. ¿Qué es lo que dice? Ya que nada que no hayan dicho otros antes, aunque para entender qué, tendréis que leer el libro. En fin, “El enorme diseño», un libro que todo el planeta debiera de leer.
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