Beremiz Samir, es el Hombre que Calculaba, quien hace aparición a un lado del sendero que transporta a la localidad de Bagdad. Allí, lo encuentra quien será el narrador de la historia. Los dos individuos emprenden juntos el viaje.
A través de las expresiones con que Hank-Tadé-Maiá cuenta las diferentes vicisitudes en las que participa Beremiz Samir durante la travesía, el lector recibe una clara iniciativa de su talento para controlar la ciencia de la matemática, así como también de la altura ética de el Hombre que Calculaba.
Los desafíos que enfrenta el calculador, tienen como marco las tierras de un antiquísimo Irak habitado por califas, jeques y visires. En todos los cuentos, Beremiz Samir revela el dominio que tiene sobre los números; pero frente cada consulta, frente cada historia, esa sabiduría va acompañada por una reflexión que, por arriba de todos los datos, busca y siempre encuentra una razón ética, de justicia, para llevar a cabo ocultar el inconveniente, la no coincidencia entre los hombres por cuestiones, en la mayoría de las situaciones, insignificantes.
Beremiz Samir es un hombre sabio; es un hombre de paz que no busca el poder sino la calma de vivir una vida plena. El Hombre que Calculaba es, verdaderamente, un hombre que intenta comentar con su hermano, comunicar historias en las que los humanos comprenden que en la vida no todo es cálculo, y que es en la búsqueda de un equilibrio sincero, real y justo, donde será viable encontrar la alegría de los días.