«Van estas letras con la pretensión de dexar un testimonio a mi descendencia, de los tiempos en que llegué a de estas tierras, de quien fue mi padre, el que fuera el Virrey de la Nueva España y también además de esto para ajustarle alas y también voz a mi corazón. Y también para asimismo hablaros de que amé a un hombre llamado Gato de Monte».
Con estas palabras comienza esta historia Zahara Alamar, la hija bastarda de quien fuera Martín de Mayorga y Ferrer, Caballero de la Orden de Alcántara, Capitán de las Reales Guardas Españolas, Brigadier de los Reales Ejércitos de S. M. Carlos III, de su Consejo, Presidente de la Real Audiencia, Gobernante y Capitán General de este Reyno de Goathemala. Quien a los poquitos días de haber llegado a esta tierra de volcanes gigantes, es testigo del aciago seísmo de Santa Marta, el veintinueve de julio de mil setecientos setenta y tres, que destroza a la «Muy Noble y Muy Fiel capital del Reyno» y quien al final es el encargado de su histórico traslado al Val de la Virgen o bien lo que el día de hoy es la capital de la Nueva Guatemala de la Asunción. Además, es la historia abreviada de este capitán general que, curiosamente, semeja todavía pasar desapercibida para los criollos que en nuestros días sostienen el poder, al extremo de que su nombre no disfruta de los «honores» pertinentes que gozan otros personajes conocidos. Aparte de ser una historia romántica, es una descripción de una temporada de transición del dominio de España en Goathemala, hasta una independencia acomodada a los intereses de los criollos. La narración de los hechos se cruza enigmáticamente, de forma paralela en el tiempo, con otra historia que ocurre en nuestros días.