Juan Pablo Castell es un pintor que redacta su propia historia, empieza el relato confesando que es el responsable de la desaparición de María Iribarne. Habla sobre lo que piensa de los hombres, que todos son vanidosos, que aunque traten de ser modestos siempre actúan por vanidad. A él no le atrae lo que piense la multitud, ni lo que logren opinar, él se elige a escribir la crónica de su delito con la promesa de que al menos un sujeto consigua cubrir sus causas. Protesta de que nadie lo sabe y que la única persona que podría llegar a entenderlo fue la mujer a la que mató.
Conoció a María en un salón de pintura donde presentó un cuadro llamado “Maternidad». Enseña que no funciona a los críticos que empiezan a comentar su cuadro y que los encuentra charlatanes. El cuadro enseñaba una mujer que miraba jugar a un niño, pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una pequeña y remota escena de una mujer que miraba el mar y que estaba como esperando algo, una escena que sugería soledad absoluta. Nadie se fijaba en esa pequeña escena del cuadro excepto una muchacha que miró fijamente la ventanita. Después desapareció entre la multitud.
Una tarde la vio en la calle, la siguió hasta el edificio de la compañía T, entró en ella y la vio aguardar el ascensor. Entonces conversaron y Juan Pablo le preguntó sobre la ventanita, si la recordaba y ella le mencionó que la recordaba en todo momento y después salió corriendo. Un día que la fue a aguardar a la compañía la tomó del brazo y la llevó hasta la plaza San Martín para que conversaran, él le mencionó que la necesitaba porque sabía que ella pensaba como él. Esa noche hablaron por teléfono, él le mencionó que no había dejado de sospechar en ella y que la llamaría al día siguiente.
A la mañana siguiente la llamó pero la mucama le mencionó que se había ido al campo y que le había dejado una carta. Juan Pablo se dirigió a la vivienda de ella para buscar la carta, una vez allí habló con un tal señor Allende que era ciego, este le mencionó que era el marido de María y le pasó la carta que ella le había dejado. Allende le mencionó que ella había ido a la estancia que era de su primo Hunter.
Una vez que María volvió comenzaron a verse siempre, Juan Pablo la amaba pero sentía que María lo quería como a un hermano, discutían siempre porque él le hacía muchas cuestiones obsesivas sobre sus antiguas relaciones con otros hombres y de su marido Allende. En una de sus paranoias discutieron poderosamente y ella se marchó. A la mañana siguiente Juan Pablo la llamó pero ella se había ido a la estancia.
Juan Pablo se dirigió a la estancia para ver a María, fue allí donde se encontró con Hunter quien le presentó a una mujer flaca llamada Mimí. Hunter le explicó que María se había recostado porque se sentía mal. Cuando llegó María se fueron a la playa y ahí tuvieron una conversación. Juan Pablo sentía que María era falsa, que le ocultaba cosas. Cuando él abandonó la estancia creyó que María lo seguiría pero no fue así. En su casa le escribió una carta a María en donde le decía que no entendía como podía estar con él, con Allende y con Hunter de manera simultanea. Después se arrepintió de haberla mandado y fue a buscarla pero en el correo no quisieron devolvérsela.
La llamó a la estancia amenazándola con que si no venía él se mataría, quedaron de verse al día siguiente. Esa noche Juan Pabln bebió muy y ze acostó con una prostituta, se percató de que María se asemejaba muy a ella en sus gestoz y llegó a la conclusión de que María era también una prostituta. Habían quedado de juntarse en la Recoleta pero María no llegó entonces él la llamó por teléfono y la mucama mencionó que el señor Hunter la había llamado y ella había partido a la estancia.
Juan Pablo fue a la estancia en su auto cuando llegó se escondió y esperó. Después de una espera interminable los vio bajando por la escalinata, iban del brazo, los vio caminar extensamente por el parque. Entonces comenzó la tormenta, con truenos y relámpagos, después han comenzado a caer las primeras gotas. Juan Pablo se trepó hasta la planta alta por la reja de una ventana. Entró en la galería y buscó su dormitorio, empuñó un cuchillo y abrió la puerta.
Cuando se acercó a la cama ella le preguntó lastimosamente qué iba a realizar, él le respondió que tenía que matarla por haberlo dejado solo, entonces, llorando le clavó el cuchillo en el pecho. Corrió a Buenos Aires y telefoneó a la vivienda de Allende diciendo que tenía que verlo. Le gritó al ciego que venía de la estancia, que María era la con pasión de Hunter y que la había matado entonces el ciego le gritó que era un insensato. Después fue a la comisaría y se entregó. En los meses de encierro intentó darle explicación a la última palabra del ciego: “Insensato» y el por qué de que Allende se hubiera suicidado.
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