Ricitos de oro y los tres osos es un cuento corto y tradicional, cuyo autor es ignoto. Esta historia se hizo conocida cuando fue publicada por vez primera, en 1837, pero se piensa que su origen es una historia del folclore escocés.
En este cuento infantil la protagonista es Ricitos de oro, una pequeña de cabellera dorada, y una familia de osos que vive en una casa en el bosque… ¿os agradaría leer la historia? Os dejamos el cuento de Ricitos de oro y asimismo una versión animada en vídeo para poder ver con los peques.
Cuento de Ricitos de oro
Érase una vez una familia de osos: Mamá Osa, Papá Oso y Osezno. Los tres osos vivían en una pequeña y bella casa en el corazón de un bosque. Papá Oso era muy grande; Mamá Osa le proseguía en tamaño y el más chiquitín era Osezno.
Un día, la familia de osos se sentó a la mesa para gozar juntos de el alimento, una rica sopa que humeaba en los platos. Mas como aún estaba demasiado caliente para tomarla, Papá Oso propuso: «Vamos a dar un camino mientras que la sopa se enfría». Los tres osos salieron de casa prestos a caminar por el bosque gozando del buen día.
Una pequeña muy traviesa
Apenas los osos cerraron la puerta de casa y se distanciaron por el bosque, apareció por allá una bonita pequeña, con una bella melena de rizos dorados como el oro. Justamente por su pelo, que parecía relucir bajo el sol, todos le llamaban Ricitos de oro.
La pequeña era muy mas muy traviesa, y se había escapado de su casa para ir a caminar sola por el bosque. Apenas vio la casa, corrió cara una de las ventanas y se asomó para espiar cara el interior. Al ver que no había absolutamente nadie, se animó a abrir la puerta y entrar.
Enseguida vio encima de la mesa los tres platos de sopa, y como tenía apetito después de haber andado un buen rato, deseó probarlas. Se aproximó primero al plato más grande, el que pertenecía a Papá Oso, y probó un tanto con la cuchase, mas enseguida gritó:
-¡Uy! ¡Está demasiado caliente!
Entonces probó la sopa de Mamá Osa, y haciendo morisquetas exclamó:
-¡Demasiado fría!
Solo le quedaba probar un plato, el de Osezno. A esta sopa la halló exquisita, ni caliente ni fría; y la devoró en un momento.
La hora del descanso
Con la panza llena, a Ricitos de oro le dieron ganas de reposar un rato. Cerca de la mesa había tres sillas que parecían muy cómodas: la pequeña se sentó primero en la silla más grande, que era de Papá Oso. Mas enseguida se levantó exclamando:
-¡Uy! ¡Es demasiado dura!
Entonces probó la silla mediana de Mamá Osa, mas tampoco le gustó:
-¡Demasiado blanda!
Se sentó entonces en la silla más pequeña, mas Ricitos de oro era demasiado pesada para esa silla, ¡y la rompió en pedazos! Lejos de entristecerse por haber roto algo que no le pertenecía, la pequeña se enojó y se fue cara el dormitorio de la casa buscando una cama cómoda para reposar a sus anchas.
En el dormitorio halló tres camas: primero probó a acostarse en cama grande, que era la de Papá Oso, mas dijo:
-¡Demasiado alta!
Entonces se acostó en la cama mediana de Mamá Osa, mas exclamó:
-¡Demasiado baja!
Por último, se acostó en cama más pequeña, la de Osezno, y a esta sí que la halló muy cómoda, tanto que se quedó de manera profunda dormida.
Los tres osos retornan a casa
Al poco tiempo, los tres osos retornaron de su camino prestos a gozar de una rica sopa. Mas al acercarse a la mesa, Papá Oso exclamó, con su gran vozarrón:
-¿Quién ha probado mi sopa?
Mamá Osa, mirando su plato, con su voz suave asimismo dijo:
-¿Y quién ha probado la mía?
Y el pobre Osezno, con su dulce vocecita exclamó:
-¿Y quién ha probado la mía y se la ha comido toda?
Papá Oso estaba muy preocupado: ¡Alguien había entrado en su casa! Comenzó a mirar por todos los rincones, y al ver su silla afirmó sorprendido,con su gran vozarrón:
-¿Quién se ha sentado en mi silla?
Mamá Osa se aproximó y con su voz suave asimismo dijo:
-¿Y quién se ha sentado en la mía?
Osito corrió cara su silla, y con su dulce vocecita exclamó:
-¿Y quién se ha sentado en la mía y se la ha destrozado?
El pobre Osezno se puso a llorar; toda la familia, con algo de miedo, se dirigió cara el dormitorio para supervisar. Se pararon en frente de la cama de Papá Oso y este afirmó, con su gran vozarrón:
-¿Quién se ha recostado en mi cama?
Mamá Osa vio su cama deshecha, con su voz suave dijo:
-¿Y quién se ha recostado en la mía?
Osito se aproximó a su cama, y con su dulce vocecita sorprendida dijo:
-¿¿Quién se ha recostado en mi cama y aún duerme en ella?
En ese instante, Ricitos de oro despertó, y al abrir los ojos se encontró con tres osos que la miraban desde los pies de la cama. Se llevó tal susto que de un salto se levantó y escapó corriendo por la ventana. Corrió sin parar hasta llegar a su casa, donde sus progenitores la aguardaban preocupados y disgustados por el hecho de que se había marchado sin permiso.
Los tres osos no volvieron a ver a la pequeña jamás más; y Ricitos de oro ya jamás más volvió a caminar sola por el bosque.
Ricitos de oro, cuento en vídeo
Y para aquellos días en los que preferimos ver una historia animada, os dejamos el cuento de Ricitos de oro y los tres osos en vídeo.
Moraleja de Ricitos de oro
¿Que nos enseña este cuento infantil? La moraleja de Ricitos de oro es que hay que ser prudentes: hay que meditar bien en los posibles riesgos a los que podemos encararnos por no actuar con precaución. Además de esto nos enseña a ser respetuosos y no emplear las cosas extrañas tal y como si fuesen nuestras.