Rumpelstiltskin (El enano saltarín)

¿Conocéis el cuento Rumpelstiltskin? Si bien es conocido con este nombre, en realidad Rumpelstiltskin es el nombre del personaje «malo» del cuento El enano saltarín de los hermanos Grimm.

Como la mayoría de los cuentos clásicos, también El enano saltarín (llamado Rumpelstilzchen en el original) procede de las tradición popular, en un caso así de Alemania. Los hermanos Grimm lo incorporaron por vez primera en su colección Cuentos de la niñez y del hogar, publicado en 1812.

Un Rumpelstilz era un duende maligno que hace ruidos (en alemán rumpeln) al menear o bien zarandear Stelzen (en alemán moderno, «zancos», en un caso así referido a objetos como las patas de una mesa). El sufijo —chen se emplea en alemán para edificar el diminutivo. Con lo que como habéis podido adivinar, el «malo del cuento» es un duendecillo que probará a los protagonistas…

Pero sin más ni más preámbulos, leeremos juntos el cuento de Rumpelstiltskin. Después de leer el cuento hallaréis la versión animada en vídeo, y para acabar, vamos a hablar sobre la moraleja de este cuento de hadas.

Cuento El enano saltarín (Rumpelstiltskin)

Había una vez un molinero al que le agradaba contar historias falsas para darse relevancia. Contaba sus historias fabulosas a todo aquel que hallaba, hasta el punto de no saber ya distinguir la realidad de sus patrañas.

Un día, el rey de aquel país decidió visitar la aldea en la que vivía el molinero así como su hermosa hija. Cuando el rey vio a la bella joven mostró un cierto interés, y el molinero, para darse relevancia, le contó una de sus mentiras: «Su Majestad, mi hija, aparte de ser bonita, es capaz de transformar la paja en oro hilándola con una rueca». El rey, encantado con la nueva, se llevó a la chavala con él a palacio para revisar si aquello era cierto.

Una chavala en problemas

Una vez en el castillo, el rey ordenó que preparasen una habitación llena de paja y que pusiesen en ella una rueca, y condujo hasta ella a la muchacha: «Ahora demuéstrame que lo que afirmó tu padre es cierto y transforma esta paja en oro. Si no lo haces, y tu padre van a ser desterrados».

La pobre chavala se puso a plañir afligida, mas ante su sorpresa se le apareció un extraño enano, un duendecillo, que le ofreció tejer la paja y transformarla en oro a cambio de su collar. La joven le entregó el collar, y el duendecillo se puso a tejer al momento. Mágicamente la paja se fue transformando en oro, hasta el momento en que en la habitación no quedó ni una brizna de paja, todo relumbraba de oro.

Cuando el rey vio aquello, probó su avaricia ordenándole: «A ver si puedes hacer lo mismo con la paja de esta habitación», señalando cara una estancia más grande y más llena de paja que la del día precedente.

De nuevo la chavala se desesperó: ¿De qué forma haría esta vez? Mas del mismo modo que el día precedente, apareció el duendecillo.

El horrible pedido del enano

El duende le dijo: «¿Qué me vas a dar esta vez si hilo la paja y la transformo en oro? La chavala le tendió un anillo y le dijo: «Solo me queda esto, admítelo por favor». El duendecillo admitió y nuevamente, como el día precedente, se puso a tejer, transformando toda la paja en oro.

Pero el rey era un ser codicioso, y al ver que la chavala había cumplido nuevamente con su pedido, le anunció: «Tendrás que regresar a hacer tu magia de nuevo, y si lo logras, te voy a hacer mi esposa». La hija del molinero pasó otra noche llorando, y nuevamente apareció el extraño duende que le dijo: «¿Qué me vas a dar a cambio de solventar tu inconveniente?» La chavala le respondió desconsolada: «Ya no tengo solamente para darte« Pero el enano la sorprendió con su pedido: «Bien, entonces me vas a dar a tu primer hijo». La chavala vaciló, mas entonces admitió, pensando que su porvenir era dudoso, mas su presente una pesadilla de la que deseaba despertar.

Nuevamente el duende hiló y también hiló hasta dejar toda la paja transformada en oro. Cuando el rey vio aquella habitación, sus ojos relucieron, y dio órdenes a fin de que se organizara la boda.

El regreso del duende saltarín

Así la hija del molinero se transformó en reina, y tras un año, tuvo un hijo con su esposo el rey. La chavala había dejado atrás la historia de la rueca, la paja y el enano, básicamente por el hecho de que deseaba olvidarla. Mas una noche, el duende saltarín se apareció delante de ella demandando su recompensa.

La reina se desesperó: «por favor enano, ¡no te lleves a mi hijo! Ahora soy rica, te voy a dar todo cuanto quieras». Pero el enano molesto le respondió: «¿De qué forma puedes equiparar el valor de una vida con algo material? Lo que deseo es a tu hijo». La joven le rogó y suplicó con tanto dolor, que el enano se conmovió y le propuso: «Te doy 3 días para adivinar mi nombre. Si aciertas, puedes quedarte con tu hijo».

La reina pensó y pensó, afirmó cuanto nombre se le ocurrió, mas jamás acertaba con la contestación. Al llegar el tercer día, agobiada, mandó exploradores a todos y cada uno de los rincones del reino a buscar nombres ignotos. Uno de ellos retornó para contarle algo que había visto: delante de una pequeña cabaña, un duende que brincaba cantando:

«Hoy tomo vino,
y mañana cerveza,
después al pequeño sin falta van a traer.
¡Jamás, se rompan o bien no la cabeza,
el nombre Rumpelstiltskin adivinarán!»

Esa noche, cuando el enano volvió, seguro de poder llevarse al pequeño consigo, le preguntó a la reina: «Entonces, ¿cuál es mi nombre?» La reina le respondió: «¡Te llamas Rumpelstiltskin!

El enano se volvió ido de saña. «¡Es imposible!» gritaba, «¡No puedes saberlo, te lo ha dicho el demonio!» Y tanto tanto se enojó, que dio una enorme patada en el suelo, tan fuerte que su pierna quedó sepultada hasta la mitad. Cuando forcejó para sacarla, ¡el enano se partió por la mitad! Y de este modo la reina pudo ver medrar sosegada a su hijo, y juntos vivieron felices por siempre.