Resumen de la película Secuestro

 

 

Secuestro

 

España (2015) *

Duración: 105 min.

Música: Marc Vaillo

Fotografía: Sergi Bartrolí

Guion: Oriol Paulo

Dirección: Mar Targarona

Intérpretes: Blanca Portillo (Patricia de Lucas), Antonio Dechent (Ernesto Requena), Vicente Romero (Carreño), Marc Domènech (Víctor), Nausicaa Bonnín (Vicky), Andrés Herrera (Carlos Coronas / “Charlie”), Jose Coronado (Raúl Losada), Macarena Gómez (Raquel), Paco Manzanedo (Samuel Garrido / “El Pistolas”), Sergi Subirà (Héctor Durán / “El Tacones), Marieta Sánchez (Alba), Raquel Pérez (Inés), Josep Maria Pou (Juez).

Un niño herido, con la ropa manchada de sangre y despistado avanza por una carretera hasta que un coche se para y lo recogen, observando que le sangra la frente.

Ernesto Requena, inspector de la policía y Carreño, su ayudante, son informados en el hospital de que el niño no se comunica, y, aunque desechan el abuso no tiene una reacción ni consiguieron identificarle, no consiguiendo tampoco ellos que les diga dónde vive para lograr comunicar a sus padres y llevarlo a su casa.

Como va uniformado cotejan su traje con los colegios cercanos, hasta que les reportan en uno de ellos que es un alumno de el, Víctor de Lucas, de 5º, aunque le aseguran que transporta numerosos días enfermo y sin proceder a clase.

En el juzgado, un político, el señor Puerta, es absuelto de la acusación de delitos de corrupción por carecer de pruebas definitivos.

A la salida, su abogada, Patricia afirma que su cliente fue injustamente acusado.

Se dirige tras ello a una sucursal bancaria donde se cruza con su asesora a la que comunica que quiere irse próximamente para estar con su hijo, que ese día ya fue a clase.

Una vez en el banco deposita en su caja de seguridad un sobre, recibiendo entonces una llamada de la policía que le reportan de que su hijo está en el hospital.

Una vez allí comunica a los policías que su hijo no habla porque es sordo de nacimiento, diciendo los policías que no llevaba audífonos.

Cuando van del hospital son abordados por cámaras de televisión y fotógrafos, asegurando los policías que ellos no han informado del asunto, aclarándoles Patricia que fue ella quien les avisó.

Acuden a comisaría, entreteniéndose el niño mirándolo todo mientras espera a que su madre dialogue con los policías, debiendo tras ello comentar él con ellos, una vez le pone su madre otros audífonos.

El niño les cuenta que no entró en el colegio, porque un hombre, vestido como los jardineros del colegio, se lo llevó, contando que el hombre le pegó y se desmayó, despertándose más tarde en un sitio oscuro, una vivienda dejada adonde lo lanzó.

Ha podido escaparse por una ventana y salió corriendo hasta que lo hallaron.

Le preguntan por el aspecto del hombre para hacer un retrato robot, observando tras dibujarlo que se corresponde con un ex delincuente, “Charlie”, que ya cumplió condena y que está próximo de perder su piso embargado.

En su casa, este se cura la herida de una mano cuando llega su mujer, Raquel y le pregunta qué le ocurrió, aunque este no acaba de mencionarle nada, contándole en cambio que acudió a una oferta de trabajo, aunque una vez más sin éxito.

Mientras Raquel le asiste para curarse la mano llega Carreño con un compañero y les piden que los acompañen a comisaría.

Allí es interrogado, contando que estuvo por la mañana con su mujer y que se hirió la mano con una tubería, dando por seguro que no tiene relación con ese niño, contando también Raquel que estuvo con él.

Cuando van él confiesa que no fue a ninguna entrevista, pero se niega a contarle qué logró y le dice que requiere un abogado.

Por su lado, y ya en su casa, Víctor no quiere comer ni quiere ir al colegio, permitiéndole su madre que al día siguiente no vaya tras el trauma sufrido.

Les llama la madre de un compañero para preguntar cómo está, y que dice que su hijo quiere proceder a verlo para ofrecerle ánimos, aunque el niño le cuelga el teléfono.

La policía se muestra, entre enorme expectación, en el colegio intentando de hallar pruebas del secuestro, consiguiendo hallar solo los audífonos entre la maleza.

El abogado de Charlie pide la liberación, y tienen que concedérsela por carecer de pruebas, llamándolo después un hombre a su casa para mencionarle que lo vió en el telediario, por lo cual le pide que lo arregle o lo hará él.

Charlie saca tras ello numerosos fajos de billetes escondidos tras la rejilla de la salida de gas.

Patricia nota que los persigue un coche y llama a la policía, que regresa a parar a Charlie, al que su abogado le pide que niegue que les perseguía, aunque Carreño le ten en cuenta que será padre y puede dejar de ver a su hijo por estar en la cárcel.

Requena le dice a Patricia que no tienen la posibilidad de retener al sospechoso sin pruebas, aunque le afirma que le pondrán protección a su hijo de casa al colegio.

Esa noche el niño se levanta y va hasta la cocina. Fuera llueve con fuerza, y entonces el jóven ve una sombra en el jardín, por lo cual chilla despertando a su madre, que baja corriendo, logrando ver cómo alguien escapa atravesando el seto del jardín.

Cuando Charlie llega a su casa Raquel le pregunta dónde estuvo toda la noche, mostrándole que encontró el dinero que tenía escondido, 20.000 Euros, que le pregunta de dónde los sacó, señalando él que los consiguió para ella y para la niña, exigiéndole ella que le cuenta todo.

Patricia acude al puerto a conocer a Raúl, que tiene como función los contenedores, observando que tiene una foto con una niña, su hija, recordando ella que jamás quiso tener hijos.

Raúl le pregunta a qué fué, respondiéndole ella que requiere ofrecer un toque de atención a un individuo.

Raúl le ten en cuenta que se encontraba dispuesto a dejar a Sandra por él, y entonces desapareció.

Pero ella no se ve bastante preparada para acordarse el pasado, explicándole solo que pagará bien, ya que sabe que debe dinero a gente del sindicato.

Le cuenta que solo quiere pararle los pies al hombre que secuestró a Víctor, su hijo, que le revela, es también hijo de el.

Él pregunta por qué no se lo ha dicho, respondiéndole que porque pensó que le estorbaba, ya que su mundo no es para ella, preguntando él por qué lo tuvo entonces, respondiendo ella que porque lo quería.

Él le pide que le enseñe una foto y le pregunta qué le contó, diciendo ella que nada.

Le enseña que no se fía de la policía y quiere que asuste al hombre que secuestró a su hijo para que no vuelva a arrimarse a él.

Los policías acuden al almacén en que trabaja la mujer de Charlie, que les cuenta que estuvo con ella todo el día hasta la hora en que comenzaba a trabajar, a las 6.

Requena le dice que el falso testimonio está penado con dos años, temiendo ella que le logren remover a su hijo, por lo cual les confiesa que la mañana en que secuestraron al niño no se encontraba en el hogar, pero porque estuvo en apuestas ilegales por peleas de perros.

Acuden después a conocer a Patricia, a la que le cuentan que Charlie se encontraba en una pelea de perros el día en que desapareció su hijo, mostrándole una foto de unas cámaras de tráfico que situaban a Charlie en el momento del secuestro en otro lugar, por lo cual suponen que es un error de su hijo.

Vuelven a enseñarle al niño imágenes para que recapacite y intente admitir al hombre que lo secuestró, señalando entonces a otro sospechoso, que nada debe ver con el previo, señalando el policía que el hombre que ha señalados se suicidó en su celda numerosas semanas atrás.

Reconoce entonces el niño que nadie intentó secuestrarlo y que se lo inventó.

Patricia llama a Raúl para dejarle un mensaje diciéndole que lo paralice todo, ya que hay un cambio de proyectos.

Le pregunta tras ello al niño por qué se lo inventó.

Charlie llega entretanto hasta el local donde se celebran las peleas de perros.

Allí, el hombre que lo llamó unos días antes le dice que esa es la última vez que le verá allí, ya que está agotado de verlo en la tele.

Terminada la pelea, Charlie va al baño, adonde le siguen dos hombres que lo apalean brutalmente, aunque él consigue clavarle un trozo de un espejo a uno de ellos en la pierna, escuchándose tras ello desde fuera un tiro.

En comisaría Víctor le pregunta a su madre si está enojada, diciendo ella que no y que ella hablará con los policías.

Raúl llama a Patricia, que le cuenta que se equivocó, aunque Raúl le dice que sus hombres están ya en acción, e intentará llamarlos.

En comisaría, Víctor confiesa que se lo inventó todo ya que hay unos niños que le pegan y le humillan ya hace meses, por eso fingió estar enfermo, pero cuando regresó a clase numerosos niños lo llevaron hasta un espacio bajo un puente y le hicieron tumbar hasta poner su cara en una mierda.

No quiso volver al cole y pensó en llevarlo a cabo en el final del día, pero se despistó y se perdió.

Los niños comenzaron a presionarle y dijeron que si hablaba irían a por él.

Desde la dirección del colegio deciden llamar a los padres de los niños que lo maltrataban, que son llevados a comisaría.

Los matones que contrató Raúl llaman a Patricia para contarle que su encargó se complicó, que se les fue de las manos y debieron terminar con Charlie, pidiéndole 6 millones para ocuparse de él y ocultar.

Patricia va a conocer a Raúl y le recrimina que les diera su nombre a los matones, asegurando él que no son amigos suyos, sino dos tipos que le debían un favor y le dice que no quiere estar más en su historia.

Patricia escoge llevar a cabo ocultar a su hijo enviándolo con Alba, la niñera, a un espacio seguro, pidiéndole que vayan por rutas secundarias, diciéndole al niño que se verán en unos días.

Los policías revisan los móviles dónde grabaron las humillaciones a las que sus compañeros sometieron a Víctor.

Hace aparición en comisaría la mujer de Carlos Coronas para denunciar su desaparición, suponiendo que a lo destacado le tenían detenido por lo del niño, contándole el comisario que descubrieron dado que no tuvo nada que ver con aquello, por lo cual deciden investigar su desaparición intentando encontrar la última señal de su móvil.

Examinan las grabaciones de una cámara que grabó la entrada de Charlie y de otros dos tipos que llegaron en moto y que, como Charlie, entraron, pero jamás salieron, tras lo que revisan el local donde encuentran restos de las peleas secretas, encontrando en el baño sangre y huellas de Charlie por todas partes, concluyendo que huyeron de allí por la ventana del baño.

A la salida Carreño busca en un contenedor donde encuentra un móvil.

Concluyen que los hombres que fueron a por él son Samuel Garrido, “el Pistolas” y Héctor Durán “el Tacones”, comprobando que los dos se llamaron el día previo con Raúl Losada, al que investigan, conociendo que 10 años antes se le acusó de un delito de extorsión en el que su protectora fue Patricia.

Raúl va llevando a cabo pagos de sus deudas a guardias civiles, y tras uno de esos pagos ve que llega la policía.

Antes de atenderlos les pide que le permitan anular una reunión, utilizando ese instante para escapar por la parte posterior, utilizando sus entendimientos de los entresijos del puerto para correr entre los contenedores buscado por los policías, escapando sobre una grúa y desapareciendo por el alcantarillado, desde donde hace una llamada para ofrecer normas.

Patricia llega a su despacho y le pide a su asesora que anule todo lo que tiene pendiente.

Recibe entonces una llamada de Alba que le dice que llegaron ya, pidiéndole ella que no deje a Víctor solo, sin entender que alguien los siguió y los mira.

Antes de marcharse le entregan en recepción un pack que llegó por vía urgente, observando al abrirlo, aterrorizada, que en el mismo hay un dedo de Charlie.

En el parking la espera Carreño que le dice que debe acompañarlos en relación con la desaparición de Charlie, contándole que identificaron a sus agresores y su relación con Raúl Losada, el cual desapareció en relación le mencionaron su nombre.

Le detallan tras ello un video donde hace aparición Charlie accediendo por la puerta del local de apuestas, y la llevan hasta el baño donde ve que hay un cadáver cubierto, que le aseguran que se encontraba enterrado en el bosque cerca de allí y le piden que cuente lo que sepa.

Ella pregunta si está detenida, levantando la sábana y observando que el cadáver es el de un perro, aunque el inspector le afirma que encontrarán a Charlie.

Al llegar a su casa entierra el dedo de Charlie bajo un árbol en su jardín.

Acude tras ello a su caja de seguridad del banco de dónde rescata numerosas imágenes del juez que declaró inocente al político al que ella asesoraba y en las que se les va al político y al juez juntos y en actitud accesible.

El juez recibe una llamada y queda con ella en una iglesia. Allí Patricia le exhibe las fotografías. Sabe que fue sobornado por Puerta y su juicio fue una patraña. El juez le dice que sí, fue una patraña, pero que ella organizó.

Le cuenta que el hombre al que su hijo señaló como culpable desapareció y no quiere que la policía lo encuentre y quiere ir por enfrente de ellos y entender lo que ellos saben para lograr ir por enfrente de ellos.

El juez le dice que si eso se conoce ella saldrá también mal parada, aunque no le importa.

Cuando a la salida sube al coche de repente alguien le tapa la boca, observando que es Raúl, que le cuenta que lo buscó la policía que lo sabe todo y le dice que ella le debe sacar del inconveniente actuando antes de que los pillen, ya que sabe dónde se ocultan los matones y ella le debe contribuir a no dejar rastro.

La transporta hasta un edificio abandonado junto al que hay un coche calcinado y entran juntos dentro, observando que hay restos de sangre por todas partes.

Hay también unos cuantos cuartos con camas improvisadas, y en uno de ellos un PC con una ruta marcada, lo que les sugiere que ellos saben que están allí. De hecho llaman a Patricia y le aseguran que no fue buena iniciativa ir y que ya ajustarán tienes Raúl.

Le piden que ponga un dispositivo externo que tienen al costado donde tienen las normas para el pago del salve.

Le detallan imágenes de su hijo y le aseguran que si quiere volver a verlo con vida sabe lo que debe llevar a cabo, empezando a escucharse las sirenas policiales que se aproximan a donde están, por lo cual tienen que huír, aunque una vez fuera de riesgo echa a Raúl del coche.

Acude tras ello al banco donde pide que vendan sus acciones y su casa para transformarlo en dinero.

Pero en relación sale, el director de la sucursal bancaria habla con Requena para contarle que le ha pedido seis millones para el día siguiente, pidiendo el policía que se los den.

El juez la comunica de que saben que el trueque será al día siguiente y que desean pillarla en el instante en que se lleve a cabo este para lograr hallar después el cadáver.

Al día siguiente pasa a agarrar el dinero del banco, llamando a su asesora para pedirle que salga.

Fuera hay un considerable gadget policial, aunque Requena les recuerda a los policías, que van disfrazados, que el propósito es cogerla a lo largo de la distribución del dinero.

Acude al banco, siempre vigilada, llamando el banquero al policía para mencionarle que ya colocó el GPS como le pidieron.

Con el dinero en su poder, siguen la señal del GPS, viéndola también físicamente un policía, que la ve cómo entra en el baño del banco.

El vigilante ve cómo de este van numerosas mujeres, aunque como la abogada tarda bastante en salir envían a una agente a investigar, más allá de que la señal sigue en el baño.

Allí encuentra a la asesora lavándose las manos, pero no hay ya resto de Patricia

Esta, disfrazada, llama a los secuestradores para decirles que se verán en 10 minutos, ya que consiguió despistar a la policía, aunque sabe que por poco tiempo.

De hecho, los policías interrogan a la asesora que les dice le dejó su ropa y su coche, señalando Carreño que hay un agente que tiene contacto visual.

Siguiendo las normas que le dejaron, Patricia llega bajo un puente donde hay otro coche con las llaves, por lo cual entra en este con el maletín, siguiéndola el agente que la descubrió.

Mientras se alejan llegan hasta el coche abandonado los extorsionadores que encuentran el maletín con el dinero en el maletero.

Tras confirmarle que lo tienen, le reportan por teléfono del modo de hallar a su hijo, para lo que debe prender el GPS y continuar la ruta que este le marca, recibiendo entonces la novedad de que también debe liberarse del cadáver, ya que le dicen, lo transporta detrás, observando entonces de hecho un pie lleno de sangre, diciéndole el matón que encontrará a su hijo en el destino y a alguien que se deshará del cadáver.

Con el maletín del dinero, los secuestradores llegan a un aeródromo, donde son recibidos por un coche de la guardia civil. Ellos les entregan a estos un sobre y a cambio estos les entregan unos pasaportes.

Patricia se interna en la montaña y el coche de los policías empieza a fallarles sin que lleguen sus refuerzos.

Patricia llega hasta un viejo caserón donde encuentra a su hijo durmiendo, diciéndole ella cuando se pudo ver que la próxima vez que tenga miedo lo diga sin vergüenza, mientras escucha cómo llegan afuera las sirenas policiales.

Ella le dice a Víctor que debe proceder a comentar con los policías y que no salga, ni se preocupe aunque ella no esté, ya que Alba cuidará de él.

El niño le exhibe entonces algo que dice él le entregó para ella, una figurita que representa un elefante de madera que ella vio en la oficina de Raúl, y que él mantiene de cuando estuvieron juntos.

En ese instante, los secuestradores suben a un avión privado donde le entregan el maletín con el dinero a Raúl, que está arriba con su mujer y su hija esperándolos.

Patricia sale afuera cuando llega la policía, que encuentran en el coche el maletín, aunque vacío.

Les abre entonces el maletero, ya rendida, observando los policías que el cadáver lleno de sangre que hay en él es el de un maniquí, dándose cuenta ella, a la vez que los policías, del engaño.

Mientras el avión sale a pista, Raúl llama a un teléfono.

Los policías y ella escuchan cómo suena un teléfono en un camión cercano abandonado, encontrando al abrir la parte posterior del mismo a un hombre herido y sin un dedo, pero vivo, Charlie.

Patricia se aleja hacia el precipicio donde grita al abarcar el engaño.

Calificación: 1