Estas dos últimas circunstancias marcaron la obra que nos ocupa, «Vieja Navidad«, una perspectiva de las viejas tradiciones de la Navidad en una casa de campo inglesa, con personajes típicos (los niños, el párroco, el amigo aprovechado, el solterón…) y escenas típicas de las viejas tradiciones que el autor se esfuerza en recalcar constantemente de forma directa en la narración (destacando su interés por las tradiciones de tiempos antiguos). «Vieja Navidad» fue publicada como parte del «Libro de escenas del caballero Geoffrey Crayon» (The Sketch Book of Geoffrey Crayon, 1820), junto con numerosos relatos y ensayos que terminaron convirtiéndose en sus obras más conocidas (como «La Leyenda de Sleepy Hollow», que ha sido llevada al cine incluso por Disney).
La narración nos lleva por las celebraciones de Nochebuena y Navidad, presentando a los personajes y dándoles su tiempo y espacio en el relato para poder hacernos una imagen clara de cada uno de ellos; esto, junto con la descripción detallada de las escenas, permite al lector formarse un cuadro bastante real de esta aventura. Es inevitable equiparar esta técnica de narración y descripción con la de Charles Dickens, en especial con su Cuento de Navidad. En realidad se dice que Dickens encontró la inspiración para su obra en esta de Irving; y, si hacemos una comparativa de personajes es muy sencillo ir encontrando similitudes entre ambas obras; aunque las diferencias están visiblemente marcadas en la trama, ambientaciones, ritmo de la narración…
Un viajero solitario se encuentra con un viejo conocido la noche de Nochebuena, este lo invita a pasar las celebraciones navideñas en la casa de su padre, a la que se dirige para compartir la cena de Nochebuena con sus familiares y amigos. Por el camino le va poniendo en antecedente del tipo de personas con las que se va a encontrar y la cálida acogida que sin duda le van a brindar, a pesar de que nadie espere un invitado más. Irving refleja el sentimiento de familia, unión y acogimiento que esas fechas deben inspirar, destacando siempre las tradiciones en las decoraciones, la comida, los juegos, las canciones, etc.
Sin embargo, este libro no es solo un relato navideño como el propio Irving nos explica al cerrar su relato. Su objetivo no es tanto, aunque en parte sí lo es, describir toda esa tradición navideña en Inglaterra, sino su intención marcada en su estilo romántico más que racional: reconciliar al lector con el ser humano y destacar la naturaleza bondadosa del mismo a través del sentimiento y del humor, o quizá del humor sentimental.
El objetivo queda cumplido. Tanto en su época (pues se dice que dio un nuevo auge a la tradición Navideña) como en el presente, si el lector se deja llevar. La lectura nos lleva a permanecer con una sonrisa, a veces incluso triste por el nivel de sentimentalismo y melancolía que despierta la descripción de los personajes y las escenas; e incluso a añorar el espíritu navideño que, seguramente, todos tenemos cuando somos pequeños y poco a poco vamos perdiendo por abuso de la racionalidad sobre el romanticismo.