Resumen Viejas historias de Castilla la Vieja

Miguel Delibes Setién (Valladolid, 1920-2010). Premio Nadal 1947 con «La sombra del ciprés es alargada», Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 1982, Premio Miguel de Cervantes de 1993, Premio Nacional de Narrativa 1999 con «El Hereje», y una larga lista de premios y reconocimientos que no pretendo enumerar, pero que, por si la figura de Delibes no era conocida para alguna persona, quería esbozar con alguno de los premios más significativos de su carrera literaria.

Miguel Delibes caracterizó su producción literaria con una adaptación lingüística continua al tipo de escenario donde se desarrollaba cada una, pasando, por ejemplo, de un tipo de lenguaje que busca difundir expresiones del campo y la sapiencia popular, en sus obras ambientadas en entornos rurales; a un lenguaje coloquial cuando nos lleva a la ciudad para desarrollar su novela. En mayor parte su obra busca como escenario el campo; un entorno rural real, con los problemas y dificultades que este medio implicaba para sus personajes.

En «Viejas historias de Castilla la Vieja» (1964) encontramos dos historias: “Viejas Historias de Castilla la Vieja” y “La caza de la perdiz roja”. Creo que no está de más señalar que Castilla la Vieja fue una de las divisiones territoriales (vigentes hasta 1983, aproximadamente) que integraban España ya hace unos cuantos años. Para los que estudiamos EGB, no es del todo difícil recordar las provincias que la integraban: Valladolid, Burgos, Ávila, Palencia, Segovia, Soria, Logroño (ahora La Rioja) y Santander (ahora Cantabria).

Delibes nos cuenta, en “Viejas historias de Castilla la Vieja”, que el tiempo en los pueblos transcurre a diferente velocidad que en las ciudades: el personaje principal y narrador regresa al pueblo después de casi cincuenta años fuera de él, y observa que nada ha cambiado desde que se marchó. En “La caza de la perdiz roja” nos presenta a un cazador (Delibes era cazador), que nos explica lo que supone cazar para él. No se trata de cobrarse piezas y regresar a casa; sino que el momento de la caza es un momento de reflexión y de conocimiento de los límites de cada uno. Así lo presenta Delibes en este breve relato.

Más allá de las tramas de estos dos relatos, en ellos podemos descifrar algunos de los temas que más preocuparon a Miguel Delibes; por ejemplo, la relación del hombre con la naturaleza que le rodea y que en muchas ocasiones es su propia fuente de riqueza y, en definitiva, de vida; la felicidad; las injusticias sociales que relaciona con el progreso y por extensión con la ciudad, donde el ser humano se expone al desarraigo de su esencia original: el campo. Pero sobre todo, podemos apreciar que lo importante en las obras de Miguel Delibes son los personajes y sus historias personales.

Miguel Delibes fue un defensor de la vida en el campo, y ese fue, seguramente, el motivo por el que una gran parte de sus obras estuvieron ambientadas en entornos rurales. Es el caso de los dos relatos que componen «Viejas historias de Castilla la Vieja»; en los que presenta personajes sencillos, que no tienen necesidad de presumir de nada; y en los que utiliza un lenguaje igualmente llano, característico del entorno y el tiempo en el que se desarrollan los dos relatos. De la misma manera, que decía que «Cada novela requiere una técnica y un estilo. No puede narrarse de la misma manera el problema de un pueblo en la agonía (Las ratas), que el problema de un hombre acosado por la mediocridad y la estulticia (Cinco horas con Mario). EI primer quehacer del novelista, una vez elegido el tema es, pues, acertar con la fórmula, y el segundo, coger el tono» (Miguel Delibes. Un año de mi vida, Destino, 1972). Por lo que si bien sí podemos encontrar similitudes temáticas en sus obras, es complicado encontrar, por defecto, las mismas técnicas narrativas en ellas, porque cada obra gira en torno a sus personajes y sus vivencias, y cada personaje requiere su propio estilo narrativo.